Romanos 10:8-10 - Jesús: Salvador y Señor

Jesús: Salvador y Señor

Romanos 10:8-10 …Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón, es decir, la palabra de fe que predicamos: que si confiesas con tu boca a Jesús por Señor, y crees en tu corazón que Dios le resucitó de entre los muertos, serás salvo; 10 porque con el corazón se cree para justicia, y con la boca se confiesa para salvación.

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La Ley de Dios (también conocida como Ley de Moisés) fue dada formalmente a Israel a través de Moisés. Pero Su Ley existe en toda la humanidad: "porque lo que se conoce acerca de Dios es evidente dentro de ellos, pues Dios se lo hizo evidente. Porque desde la creación del mundo, sus atributos invisibles, su eterno poder y divinidad, se han visto con toda claridad, siendo entendidos por medio de lo creado, de manera que no tienen excusa" (Rom. 1:19-20; cf. 2:14-15). No es necesario emprender un viaje para encontrar a Dios, ya sea en las partes más altas del cielo o en el lugar de los muertos. Dios está cerca de todos—escuchándonos cuando hablamos ("en tu boca") y conociendo los pensamientos de nuestro corazón. Verdaderamente, la "palabra de fe que predicamos"—el mensaje de salvación—está disponible para todos.

En el v. 9, Pablo explica esta sencilla manera de salvación por la cual un creyente confiesa con su boca "a Jesús por Señor" (cf. 1 Cor. 12:3), y cree en su corazón que Dios lo levantó de entre los muertos. "Confesar" es "admitir" o "declarar". Por lo tanto, uno debe admitir audiblemente con su boca que Jesús es "Señor"—no solo su amo y dueño, sino Dios mismo. Aquellos que admiten tal cosa también creerán de manera natural que Dios el Padre levantó a Jesús el Hijo de entre los muertos. La palabra griega para "creer" (gr. pisteuō) es el mismo término detrás de "fe" y "confiar" en el Nuevo Testamento, y puede significar un par de cosas—desde sostener una opinión, hasta aceptar algo como verdadero. Entonces, ¿se basa la salvación simplemente en conocimiento intelectual y la aceptación de una verdad histórica, a saber, que Jesús es Señor y que Él fue resucitado de entre los muertos? Algunos dicen que sí, otros que no.

Considere que los seres demoníacos admitían que Jesús era Dios. Un demonio, cuando se enfrentó a Jesús, dijo: "Yo sé quién eres: el Santo de Dios" (Mc. 1:23-24). ¿Seguro ese demonio no era salvo? En su epístola, Santiago escribe: "Tú crees que Dios es uno. Haces bien; también los demonios creen, y tiemblan" (2:19). En otras palabras, los demonios admiten que Jesús es Dios, incluso confesando la verdad a Jesús mismo. De hecho, Satanás y toda su horda demoníaca aceptan la verdad de que Jesús es Dios y que murió y resucitó. Lo vieron crear el universo (Job 38:7), sabiendo más acerca de Dios que cualquier ser humano. Pero su creencia no equivale a una fe salvadora. Lo que creen acerca de Jesús les hace temblar de miedo, no de adoración. Por lo tanto, estar teológica e históricamente correcto no equivale a salvación.

En el v. 10, hay una declaración paralela que aclara el asunto. Es con el "corazón", la convicción interior de un hombre, que uno cree, o confía, en Jesucristo. Esto resulta en "justificación", siendo declarado justo por Dios (cf. Rom. 3:21-26) a través de la fe. Además, es con la "boca" que uno confiesa y es salvado. Puesto que salvado y justificado son dos caras de la misma moneda, Pablo no está añadiendo uno al otro. Aquellos que simplemente honran a Dios con sus labios pero no obedecen a Dios, reciben una fuerte reprimenda de Jesús (Mt. 15:8). Por lo tanto, aquel que confiesa que Jesús es Señor pero no vive su fe, es un charlatán. Y el que la vive pero no lo confiesa, es un cobarde.        

Algo para reflexionar

El Nuevo Testamento se refiere a Jesús diez veces como Salvador, pero más de 700 veces como Señor. Como Salvador, Él salva; como Señor, Él gobierna nuestras vidas. Los dos van de la mano para los creyentes genuinos, como dos caras de la misma moneda. Puesto que la resurrección de Jesús prueba que Él es Señor y Dios, ¿no debería nuestra creencia en Cristo como Salvador manifestarse en sumisión a Él como Señor? ¿Podemos tener solo una cara de la moneda, confesándolo a Él como Salvador, pero rechazándolo como Señor? ¡Jamás! Entonces, si debemos confesar a Jesús como Señor para ser salvos, ¿cuán hipócritas de nuestra parte si no nos sometemos a Él como tal?