Romanos 11:5-6 - Un remanente fiel, Parte 2
Un remanente fiel, Parte 2
Romanos 11:5-6 5 Y de la misma manera, también ha quedado en el tiempo presente un remanente conforme a la elección de la gracia de Dios. 6 Pero si es por gracia, ya no es a base de obras, de otra manera la gracia ya no es gracia. Y si por obras, ya no es gracia; de otra manera la obra ya no es obra.
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Así que en los días de Elías (alrededor del año 800 a. C.), aunque el profeta
pensaba que era el único adorador de Dios que quedaba en Israel, Dios había
preservado a otras 7000 personas—personas con las que Elías evidentemente no
estaba familiarizado. Sin embargo, en todas las épocas parece que esto es lo
que Dios hace, preservando "en el tiempo presente un remanente conforme a
la elección de la gracia de Dios" (v. 5). Por lo tanto, a pesar de la
incredulidad general de Israel en Cristo en todas las épocas, Dios siempre preserva
un remanente de entre la nación más grande de Israel. Este es el argumento
general de Romanos 9-11, ya que Pablo está defendiendo el carácter de Dios, y
mostrando cómo Él está cumpliendo Sus promesas a Israel. Romanos 11:5 responde
a todo el argumento diciendo que Dios está cumpliendo Sus promesas a la nación
en su conjunto, al preservar un remanente que heredará todo lo que Él les ha
prometido. De este modo, el remanente representará a toda la nación.
Cuando Pablo escribió estas palabras, aunque los judíos,
como nación, habían rechazado a Cristo, había miles de judíos creyentes en
Jesucristo en todo el Imperio Romano (cf. Hch. 2-5), siendo Pablo uno de ellos.
Todos los que de hecho pusieron su confianza en Jesús como el Mesías eran
descendientes del remanente que Dios había preservado, y ellos mismos se
convertirían en un remanente para el plan futuro de Dios de traer al resto a Su
reino en el tiempo de Dios. Estos son los escogidos por la gracia de Dios—Sus
elegidos. Como hijos escogidos de Dios, ninguno de ellos tenía la condición de
"cristianos" por sus propios méritos o dignidad espiritual. Todos
fueron escogidos, incluyendo gentiles, por el decreto soberano de Dios, Su
elección con gracia y misericordia basada en Su plan predeterminado para salvar
a un remanente de personas, tanto de entre Israel como de entre las naciones
gentiles.
A lo largo de Romanos, Pablo ha explicado qué es la gracia, concretamente
lo opuesto a las obras (cf. 3:21-31; 4:1-11; 5:2, 20-21; 9:11). Por
consiguiente, si el plan de Dios es por gracia, entonces las obras no pueden
ser el medio de salvación. Si las obras tuvieran algo que ver con la salvación
de uno, entonces la gracia no sería gracia. Un regalo es un regalo porque uno
no trabaja para obtenerlo. Si uno trabaja para obtenerlo, ya no es un regalo,
sino un salario ganado. Puesto que la salvación que Dios concede es un don a
través de la fe en Cristo, cualquier visión acerca de la salvación que añada
obras, niega el plan de salvación de Dios. Lamentablemente, hay algunos, como
los judíos a lo largo de sus generaciones, que son tan religiosos que fracasan
en ser espiritualmente astutos. La salvación es, y siempre ha sido, por la
gracia de Dios solamente. Las obras no tienen parte con la gracia; las dos son
totalmente incompatibles.
En cuanto al último remanente de Israel, serán revelados en
los últimos tiempos. Dios sellará para Sí mismo un remanente especial de 144000
israelitas que predicarán la salvación al mundo (Apo. 7:1-8; 14:1-5), guiando a
otros judíos a la fe salvadora. Al final, todo Israel será salvo
(11:26).
Algo para reflexionar
Joseph Rabbinowitz, un judío ruso, fue enviado a Palestina por los judíos para comprar tierras para ellos. Aconsejado que tomara un Nuevo Testamento como guía para moverse por la ciudad, subió al Monte de los Olivos para descansar. El único Cristo que conocía era el de las iglesias griegas y romanas, que habían perseguido horriblemente a su pueblo. Al leer el Nuevo Testamento ese día, conoció el Mesías del que hablaban los profetas del Antiguo Testamento, y su corazón cambió. Mirando hacia el Monte Calvario, se preguntaba: ¿Por qué mi pueblo es perseguido y desterrado? La respuesta le llegó: Debe ser porque hemos dado muerte a nuestro Mesías. Poniendo su mirada en Jesús, oró: "Señor mío y Dios mío". Partiendo de Jerusalén como cristiano, regresó a casa en Rusia, y erigió una sinagoga para los judíos, sobre cuya puerta estaba escrito: "Sepa toda la casa de Israel que a ese mismo Jesús a quien ustedes crucificaron, Dios le ha hecho Señor y Cristo" (Hch. 2:36). Él era uno de los del remanente de Israel—prueba concluyente de que Dios, en definitiva, no ha desechado a Su pueblo.