Dones de servicio, enseñanza, y exhortación

Romanos 12:6-8a: Pero teniendo dones que difieren, según la gracia que nos ha sido dada, usémoslos: si el de profecía, úsese en proporción a la fe; si el de servicio, en servir; o el que enseña, en la enseñanza; el que exhorta, en la exhortación...´

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Después del don de profecía, Pablo enumera al servicio (gr. diakonia) como un don espiritual, de donde se derivan las palabras "diácono" y "ministerio".  La raíz de este término se usaba originalmente para denotar el acto de servir en las mesas.  Su uso en el v. 7, no es el mismo con el que Pablo lo usa para el oficio de diácono (Fil. 1:1; 1 Tim. 3:8,12), pero la raíz es la misma, es decir, servicio; y servicio en la iglesia puede ser amplio, desde lo mundano hasta lo más visible (Hch. 6:1, 4).  Godet dice que servicio, en Romanos 12:7, es "una actividad de naturaleza práctica ejercida en acción, no en palabra".  Puesto que servicio se distingue de profecía y de los otros dones, todos los cuales podrían considerarse como servicio, tal vez Pablo tiene en mente una forma más práctica de ministerio detrás de escena, separada de las declaraciones proféticas o de cualquiera de los otros dones enumerados en Romanos 12:6-8.

"Servicio" (gr. diakonia) aparece principalmente en el Nuevo Testamento en relación con ayudar a los miembros de la iglesia local.  Sin embargo, se usa en el pasaje de Marta sirviendo comida (Lc. 10:40), para servicio angelical (Heb. 1:14), y en referencia al ministerio de la Ley mosaica que era un "ministerio" de muerte (2 Cor. 3:7), ya que la Ley no podía ser guardada.  La palabra tiene dos significados básicos.  Primero, el de servicio en general, incluyendo todas las formas de cuidado cristiano para el bien de otros cristianos (1 Cor. 12:5; Efe. 4:13; 2 Tim. 4:11).  En segundo lugar, servicio se refiere al oficio apostólico y a su tarea de establecer el fundamento de la verdad (Hch. 20:24; 2 Cor. 4:1; 1 Tim. 1:12).  Esta tarea apostólica implicaba un servicio, o ministerio, de reconciliación (2 Cor. 5:18; Hch. 6:4; 2 Cor. 3:8-9)—uniendo a incrédulos con Dios a través de la fe en el Señor Jesucristo resucitado.  Servicio, por lo tanto, incluye tanto el cuidado de las necesidades físicas de los cristianos, como la predicación de Cristo a los incrédulos.

El tercer don que Pablo menciona en el v. 7, es el de enseñanza (cf. 1 Cor. 12:28-29; Efe. 4:11).  Profecía y enseñanza se distinguen, en efecto, aunque son muy similares en el sentido de que implican la proclamación de las palabras de Dios.  Profecía posee una naturaleza reveladora en el sentido de que las palabras de Dios son puestas en boca de los profetas, y ellos hablan esas palabras.  Enseñanza, por otro lado, tiene más que ver con transmitir esas palabras reveladoras y explicar lo que significan.  Mientras que profecía se hacía en proporción a la fe de uno—en la medida en que lo que era revelado al profeta era creído por el profeta—en la enseñanza el maestro ha de enseñar lo que entiende.

Un cuarto don mencionado por Pablo es el de exhortación, o animar (NVI).  Dado que este don sigue al don de enseñanza, probablemente denota la práctica de instar a los cristianos a vivir las verdades que se les enseñan (cf. 12:1).  Al igual que profecía ante enseñanza, la enseñanza en relación a la exhortación varía sólo ligeramente.  Mientras que la enseñanza instruye, explica, e imparte información a los cristianos, la exhortación insta a los oyentes de la verdad a crecer en la fe y a caminar genuinamente con Cristo.  Este don incluiría asesorar, consolar, advertir, aconsejar, y hacer que los demás se hagan responsables de comportamiento correcto.

Algo para reflexionar

Los primeros cuatro dones del Espíritu, en Romanos 12:6-8, tienen que ver con dar y explicar la palabra de Dios.  ¡Cuán absolutamente vitales son estos dones para la iglesia local!  Sin embargo, el conocimiento sin exhortación es solo la mitad de la ecuación.  El conocimiento en sí mismo es grandioso, pero cuando los tiempos se ponen difíciles, necesitamos exhortación.  Tenemos que poner en marcha el conocimiento que se nos ha dado a través de la profecía, sirviendo a nuestros hermanos y hermanas en Cristo, enseñándoles a observar todo lo que Cristo ha mandado, y exhortarlos a la acción y a la obediencia.  Aunque a algunos les gusta pasarle la pelota a maestros cuando la persona necesita conocer algo, o a un motivador cuando está deprimida, no importa si somos dotados o no en éstos; Dios empuja a los cristianos a participar en todas ellas.