El endurecimiento parcial de Israel

 

Romanos 11:25-26a: 25 Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis sabios en vuestra propia opinión: que a Israel le ha acontecido un endurecimiento parcial hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles; 26 y así, todo Israel será salvo...

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Al final de la parábola del olivo en 11:17-24, Pablo trae la atención de la audiencia de regreso a él llamándolos "hermanos", como si fuese a aplicar lo que les acaba de decir. No hay duda de que "hermanos" incluye tanto a creyentes judíos como a gentiles en Roma, y así debería ser, porque Pablo ahora va a revelar el futuro de ambos grupos de personas en lo que se refiere a Cristo y la salvación. Así que, habiéndoles ya advertido a los cristianos romanos contra la jactancia (11:18) y la presunción (11:20), y a la luz de la parábola del olivo, Pablo les advierte de nuevo sobre la presunción en el v. 25—no queriendo que sean "sabios" a sus propios ojos, sin una comprensión completa del "misterio" que les va a revelar. La trampa de la arrogancia siempre está al acecho en aquellos que se creen sabios. Y aunque la mayoría de los seres humanos adquieren sabiduría con el tiempo, la creencia de que uno la ha obtenido toda revela más ignorancia que sabiduría. Aunque el conocimiento es la cura, también puede alimentar la arrogancia.

El uso que hace Pablo del término "misterio" (gr. mustērion) en el Nuevo Testamento es vital, porque lo usa al menos 20 veces en sus epístolas para designar algo que no podría ser conocido excepto por revelación divina. Aunque una vez estuvo oculto, el misterio es finalmente revelado en Cristo a través de Sus apóstoles, porque en Cristo “están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento" (Col. 2:2; 4:3). A través del apóstol Pablo, el misterio develado ha de ser proclamado para que todos crean que Jesús es el Cristo. Pablo puede a veces usar mustērion para denotar algo que ha recibido del Señor, y en este sentido sería similar al "don de profecía" (cf. 1 Cor. 13:2), que vino a él por medio de revelación divina (Efe. 3:3).

Entonces, ¿cuál es el misterio que Pablo devela? Primero, que Israel—el pueblo escogido de Dios que ha rechazado a su Mesías—ha experimentado un "endurecimiento parcial" por parte de Dios (cf. 9:18). Previamente revelado en 11:7, el endurecimiento de Israel se refiere a su incapacidad para reconocer en sus propias Escrituras que Jesús de Nazaret era su Mesías (cf. 2 Cor. 3:14). Al ser "parcial", su endurecimiento significa que no todos los judíos lo han experimentado, porque algunos recibieron verdaderamente a Jesús como el Mesías para la salvación, siendo Pablo mismo uno entre muchos (cf. Hch. 2-4). Además, judíos de todas las épocas, hasta la época actual, han llegado a la fe en Jesús como el Mesías.

La buena noticia es que, durante la dispensación del endurecimiento parcial de Israel, la segunda revelación del "misterio" es que los gentiles confiarán en el Mesías de Israel. Y cuando "haya entrado la plenitud de los gentiles", el endurecimiento parcial, o temporal, de Israel se convertirá en la recepción de su Mesías. En otras palabras, los gentiles continuarán escuchando y respondiendo al Evangelio hasta que llegue el momento en que su "plenitud" sea alcanzada—después de que todo gentil elegido crea. En ese momento se cumplirá la tercera parte del misterio: "todo Israel será salvo". Además de que todo el remanente de Israel será salvado, la nación de Israel, como un todo, durante la Tribulación de siete años llegará a creer en Jesús de Nazaret como su Señor y Salvador—el Mesías.

Algo para reflexionar

Lo que Pablo quería que los judíos y los gentiles en Roma supieran era que las promesas de Dios estaban en proceso de ser cumplidas. Ese mensaje también es uno que debe transmitirse hoy, porque el plan eterno de Dios continúa desplegándose—un despliegue que fue ordenado desde el principio. Dios no ha abandonado a Israel en favor de los gentiles, y no va a abandonar a los gentiles por Israel al final. El plan misterioso de Dios es salvar tanto a judíos como a gentiles para convertirlos en una nueva humanidad edificada sobre el fundamento de Jesucristo (Efe. 2:11-22). Esta visión del mundo es esencial para entender lo que Dios está haciendo, y para evitar que despreciemos a Israel.