No te conformes/adaptes

Romanos 12:2: Y no os adaptéis a este mundo...

-----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

 

Como cualquier cristiano puede atestiguar, ser un seguidor de Cristo, lamentablemente, no siempre implica realmente seguir a Cristo. Hay ocasiones en que los cristianos eligen seguir sus propios caminos, o los caminos de otros que no son cristianos, y, por lo tanto, no agradan a Dios.  Ser cristiano no nos libra de ser tentados a seguir lo que es malvado, pero ser cristianos sí nos da el libre albedrío para o bien, seguir a nuestro Señor Jesucristo, o ser conformados al mundo.

La palabra "conformar" (suschēmatizō) significa "formar, o modelar, al modo de algo".  Al igual que construir un castillo de arena con un cubo de plástico, la arena es conformada al cubo. Los cristianos no deben ser formados al modo de nada excepto que a la imagen de Cristo.  En el Antiguo Testamento, Eva fue conformada por las tentaciones de la serpiente a elegir su propio camino y evitar las instrucciones de Dios (Gén. 3).  Del mismo modo, su hijo Caín optó por conformarse a su manera al negarse a darle a Dios lo mejor de lo que tenía (Gén. 4).  Igualmente, Acán, conformado por el llamado de las riquezas, robó lo que le pertenecía a Dios (Jos. 7:10-26).  Además, Saúl, creyendo que el plan de Dios para destruir a los amalecitas era innecesario, rechazó la palabra del Señor, conformándose a sus propias ideas de lo que pensaba que era mejor (1 Sam. 15).

En el Nuevo Testamento, Judas Iscariote se conformó a sus propias ideas falsas, lo que lo llevó a traicionar al Hijo de Dios.  En Hechos 5, Ananías y su esposa se conformaron a la noción mundana de que las riquezas traen felicidad, así que él retuvo lo que le pertenecía a Dios y pagó por ello con su vida. Jesús ilustró este pecado específico en la parábola del sembrador (Mc. 4:18-19), revelando que mientras algunos aparentemente reciben a Cristo, se niegan a arrepentirse de su conformidad con el mundo, permitiendo que el engaño de las riquezas dicte sus acciones, demostrando que ellos nunca conocieron verdaderamente a Cristo ni Su poder salvador.

El compañero de viaje de Pablo, Demas, se enamoró de “este mundo presente", y abandonó tanto a Pablo como quizás a la fe cristiana (2 Tim. 4:10; cf. Col. 4:14; Filemón 24).  Incluso Pedro y Bernabé tuvieron que ser reprendidos por Pablo por conformarse al deseo de agradar a los hombres en lugar de defender la verdad.  Ambos hombres se comportaron hipócritamente al asociarse con los gentiles hasta el momento en que sintieron que serían criticados por los judíos por hacerlo (Gál. 2:11-14).

Verdaderamente, la mente del hombre es depravada, pero se renueva inmediatamente al creer en Jesucristo para salvación.  A diferencia de las semillas en la parábola del sembrador (Mc. 4:1-20), que parecían creyentes pero que se volvieron apóstatas, los verdaderos creyentes en Cristo son los que "oyen la palabra, la aceptan y dan fruto, unos a treinta, otros a sesenta y otros a ciento por uno".  En otras palabras, los verdaderos cristianos no se conforman al mundo, sino que son transformados y producen fruto espiritual de acuerdo con su fe—el resultado de una mente que una vez fue depravada y que se renueva continuamente.

Algo para reflexionar

Conformarse/adaptarse al mundo es un problema constante para los cristianos, a pesar del hecho de que no somos del mundo.  La pregunta para nosotros es la siguiente: En nuestra búsqueda de ser no conformes al mundo que nos rodea, ¿qué tan raros tenemos que ser? ¿Necesitamos tirar nuestros televisores, nuestra ropa, nuestras preferencias musicales, y que nos quiten todos nuestros tatuajes? ¿Necesitamos luego adaptarnos a la cultura cristiana común que nos rodea, escuchando nada más que música y radio cristianas, vistiendo camisetas cristianas, llamando a todos “hermano”, orando en el español de la Reina Valera Antigua, y diciendo "bendecido" cada vez que alguien nos pregunta cómo estamos? ¿Tenemos que sacar a nuestros hijos de las escuelas públicas, evitar todo alcohol, y evitar jugar a las cartas, repudiar el cine, y andar por todas partes con una Biblia? ¡Notar que Pablo no dice nada de eso!  Solo: no permitas que el mundo en el que vivimos nos moldee a sus malos caminos.