Verificando la perfecta voluntad de Dios
Romanos 12:2: ...transformaos mediante la renovación de vuestra mente, para que verifiquéis cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno, aceptable y perfecto.
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El propósito de tener una mente transformada se encuentra en
la segunda parte del v. 2: "para que verifiquéis cuál es la voluntad de
Dios...". Sin una mente
transformada, o una mente que está siendo transformada por el Espíritu y Su
palabra (la Escritura), uno no puede saber cuál es la voluntad de Dios. Los
cristianos han de ser capaces de "verificar" o discernir la voluntad
de Dios. Este término griego (dokimazō) conlleva la idea de poner a prueba teniendo
un resultado positivo—aceptar algo después de probarlo. La traducción al inglés
ESV añade "probar", que no está en el texto griego pero está implícito
en la definición de lo que significa "verifiquéis". Una mente transformada, por lo tanto,
significa entender y estar de acuerdo con Dios acerca de Su voluntad, con el
objetivo de ponerla en práctica. La
voluntad del hombre es egoísta y temporal, mientras que la voluntad de Dios es
eterna (cf. 2 Cor. 4:18). Una vez liberados de las garras del mundo, los
cristianos pueden saber cuál es la voluntad de Dios, una voluntad que ha sido
fielmente preservada en las Escrituras—inerrantes e infalibles.
El v. 2 dice que la voluntad de Dios es lo que es "bueno,
aceptable y perfecto". Siendo lo
que es "bueno" (gr. agathos), la voluntad de Dios es moralmente
excelente. Los que leen la palabra de
Dios conocen Su voluntad, e inevitablemente crecen moral y espiritualmente al
dejarse moldear por ella. En segundo lugar, la voluntad de Dios es
"aceptable" (gr. euarestos), literalmente "agradable". Al
igual que en los días de la creación, cuando Dios observó Su propia obra como
"bueno" y "bueno en gran manera", Dios realmente se deleita
en Sí mismo y encuentra que Su propia voluntad le agrada. Dios no se arrepiente
de Su voluntad. ¡Aquellos que se deleitan en lo que Dios se deleita, también
experimentarán a Dios deleitándose en ellos! En tercer lugar, la voluntad de
Dios es "perfecta" (gr. teleios), un término que puede significar
"completo" o "maduro". Pero Pablo lo usa en este contexto para
significar "sin defecto". Por lo tanto, la voluntad de Dios es
moralmente perfecta y no se puede mejorar.
La misma palabra "transformaos" que Pablo usa en
12:2, también se usa en su segunda carta a los Corintios (3:18). En esa carta él dijo: "nosotros todos,
con el rostro descubierto, contemplando como en un espejo la gloria del Señor,
estamos siendo transformados en la misma imagen de gloria en gloria, como por
el Señor, el Espíritu". ¡Ahí está! La transformación viene de
"contemplando la gloria de Cristo". En esencia, Pablo está diciendo
que solo los cristianos pueden contemplar la gloria de Cristo porque se les ha “descubierto”
el rostro o quitado el "velo"—las viseras espirituales que impiden
que los incrédulos vean la verdad de la salvación en Cristo. Una vez que Dios
ha quitado esas viseras espirituales, los cristianos son transformados al
contemplar la gloria de Cristo. En particular, Pablo dijo que la transformación
proviene del "Señor, el Espíritu". El Espíritu y la palabra de Dios
son uno, y la palabra ha sido dada a todos los cristianos, lo cual nos da la
gloria de Cristo. Por lo tanto, Dios nos
ha hablado de tal manera que podemos ser transformados continuamente por Sus
palabras que se encuentran en las Escrituras. No es de extrañar que Pablo le dijera a la
iglesia colosense: "Que la palabra de Cristo habite en abundancia en
vosotros" (Col. 3:16). El resultado
de esto, que es semejante a contemplar la gloria de Cristo, es ser lleno del
Espíritu, y eso resulta en acción de gracias, alabanza, cánticos, y sumisión
(cf. Efe. 5:18-6:9).
Algo para reflexionar
Hay un sinnúmero de personas que intentan dejar sus adicciones a través de programas de doce pasos y medicamentos psicotrópicos. Otros leen libros de autoayuda o escuchan a personalidades de la televisión para resolver sus problemas. Pero es la palabra de Dios la que tiene las respuestas. Cuando nosotros, como cristianos, nos esforzamos por renovar continuamente nuestras mentes regeneradas, a través de una dieta constante de la palabra de Dios, y nada más, descubriremos diariamente cuán imperfectos somos y cuán perfecto es Dios. La mente es renovada por la palabra de Dios, que es el Espíritu de Dios, y nos muestra lo que está bien y lo que está mal—qué y quién es Dios, y qué desea Él de nosotros. Si la leemos y nos esforzamos por seguirla, seremos transformados diariamente y se nos dará el poder para vencer lo que nos supere.