Adorar a Dios a través del pago de impuestos
Romanos 13:6-7: 6 Pues por esto también pagáis impuestos, porque los gobernantes son servidores de Dios, dedicados precisamente a esto. 7 Pagad a todos lo que debáis: al que impuesto, impuesto; al que tributo, tributo; al que temor, temor; al que honor, honor.
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En el v. 6 Pablo dice que las autoridades gobernantes son
"servidores" (gr. leitourgos) de Dios. Este término para "servidor" es una
palabra diferente a la que se traduce de la misma manera en 13:4 (diakonos). En el v. 6 la palabra griega es la misma que
se usa en la LXX (versión griega del Antiguo Testamento hebreo) para denotar a
los elegidos a servir en el Templo judío, es decir, a los que adoran a Yahweh. Del mismo modo, en el Nuevo Testamento, la
palabra siempre se refiere al servicio cristiano. Ahora bien, dado que la palabra se usaba en
griego secular para denotar a los funcionarios públicos que no eran religiosos,
parece que Pablo está identificando estrechamente el servicio de los
funcionarios públicos con aquellos que ofrecen servicio religioso a Dios. En otras palabras, obedecer a las autoridades
seculares, que son ordenadas/asignadas por Dios, es similar a obedecer a las
autoridades espirituales de uno. De
cualquier manera, uno sirve a Dios obedientemente cuando sirve a las
autoridades civiles correctamente.
La admonición de Pablo a los cristianos en Roma a que
obedezcan a sus autoridades gobernantes (13:1-5), es un tema curioso luego del
mandato de amar (12:9-21), que en sí mismo es la manera de ofrecerse a Dios
como sacrificio vivo para adoración (12:1). Ahora él va un paso más allá, y comienza a
hablar de la necesidad de pagar impuestos, porque las autoridades gobernantes
necesitan ser pagadas por sus servicios para proteger y gobernar al pueblo que
Dios ha puesto bajo ellas. Al escribir
esto, es posible que Pablo haya temido que algunos cristianos pudieran haber
equiparado el pagar impuestos a un gobierno pagano con conformarse al mundo—algo
que él prohibió como siervos de Jesucristo (12:2). Por lo tanto, conforme con el hecho de que
todas las autoridades gobernantes son ordenadas por Dios, sean cristianas o no,
Pablo insta a obedecerlas. El erudito
del Nuevo Testamento Douglas Moo ofrece las siguientes tres posibilidades en
cuanto al entorno sociopolítico de los días de Pablo, que podría haber sido el
trasfondo de su llamado a obedecer al gobierno.
Primero, debido a que los judíos y los cristianos habían
sido expulsados de Roma bajo Claudio (Hch. 18:2), aproximadamente siete años
antes de que Pablo escribiera, y los había perturbado enormemente, Pablo pudo
haber escrito Romanos 13:1-7 para sofocar el resentimiento entre los cristianos
contra los romanos.
Una segunda posibilidad de por qué Pablo escribió lo que
escribió en Romanos 13, es que la década de los 50 había visto un aumento en la
actividad de los zelotes en el Imperio Romano, que eran los terroristas
políticos de la época tratando de librar al mundo de la autoridad romana. Ellos le predicaban a los judíos que los
romanos no tenían jurisdicción sobre ellos, y que debían rebelarse contra el
Imperio, ya que estar en sujeción a ellos era contrario al llamado de Israel
como teocracia, como nación bajo Dios.
Una tercera posibilidad de por qué Pablo escribió Romanos 13
podría centrarse en una conocida crisis tributaria que existió a mediados de
los años 50 en Roma. Tácito, un
historiador romano de la época, registra una resistencia contra el pago de
impuestos indirectos que más tarde resultó en una revuelta fiscal contra el
gobierno romano en el año 58 d. C., aproximadamente un año después de que Pablo
escribiera su carta a la Iglesia Romana. Tal vez Pablo sabía de este problema
inminente, incluso entre los cristianos, y esta podría ser la razón por la que
culminó su llamado a ellos en 13:7 con un mandato de pagar sus impuestos.
Algo para reflexionar
Los cristianos no están exentos de pagar impuestos a menos
que el gobierno les conceda una exención, como lo hace en la actualidad con
algunas organizaciones sin fines de lucro. Incluso Jesús tuvo cuidado de pagar impuestos
para permanecer irreprochable (Mt. 17:24-27). ¡Eso en sí mismo nos dice mucho a nosotros
como cristianos! Por lo tanto, sea lo que sea lo que se deba a otro, ya sean
impuestos, honor, ingresos, o respeto—independientemente de si internamente los
respetamos o no—la obediencia a este mandato es parte de nuestra adoración
continua, ofreciéndonos a nosotros mismos al Dios de misericordias (cf. 12:1).