Ámense unos a otros

Romanos 13:8b: ... amaros unos a otros; porque el que ama a su prójimo, ha cumplido la ley.

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El contexto de Pablo de amarse unos a otros fue introducido originalmente en 12:9, y aunque las deudas monetarias siempre deben pagarse (13:6-7), la deuda de amor mutuo es el contexto inmediato, una deuda que es debida perpetuamente. Jesús dijo a Sus discípulos: "Un mandamiento nuevo os doy: que os améis los unos a los otros; que como yo os he amado, así también os améis los unos a los otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si os tenéis amor los unos a los otros" (Jn. 13:34-35). Una de las maneras de ofrecerse a sí mismo como sacrificio vivo a Dios a la luz de Sus misericordias (Rom. 12:1), es servir a los hijos de Dios, porque el servicio a ellos es el servicio a Cristo: Jesús dijo: "Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recibisteis; estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí». … En verdad os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos hermanos míos, aun a los más pequeños, a mí lo hicisteis" (Mt. 25:35-36, 40).

En Colosenses, Pablo escribió: "Entonces, como escogidos de Dios, santos y amados, revestíos de tierna compasión, bondad, humildad, mansedumbre y paciencia; soportándoos unos a otros y perdonándoos unos a otros, si alguno tiene queja contra otro; como Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros. Y sobre todas estas cosas, vestíos de amor, que es el vínculo de la unidad" (3:12-14). También, a los corintios, Pablo dijo: "Procurad alcanzar el amor" (1 Cor. 14:1). Y a las mujeres de Éfeso, Pablo les dijo: "permanece en fe, amor y santidad" (1 Tim. 2:15).

Pedro exhortó a los cristianos: "Puesto que en obediencia a la verdad habéis purificado vuestras almas para un amor sincero de hermanos, amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro" (1 Ped. 1:22). Del mismo modo, la primera epístola de Juan trata sobre el amor, porque "El que ama a su hermano, permanece en la luz y no hay causa de tropiezo en él" (1 Jn. 2:10). Él dijo que Dios ha mandado "que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo, y que nos amemos unos a otros como Él nos ha mandado" (3:23). Más adelante: "Amados, amémonos unos a otros, porque el amor es de Dios, y todo el que ama es nacido de Dios y conoce a Dios" (4:7), “este mandamiento tenemos de Él: que el que ama a Dios, ame también a su hermano" (4:21). Los cristianos son capaces de amar al Señor Dios simplemente porque "Él nos amó primero" (4:19), y solo aquellos que aman y obedecen a Cristo son amados por Dios el Padre de una manera especial (Jn. 14:21, 23; cf. 1 Tim. 4:10).

Jesucristo dijo: "Nadie tiene un amor mayor que este: que uno dé su vida por sus amigos" (Jn. 15:13). Él no solo fomentó el amor hacia los santos, sino también hacia los enemigos: "Habéis oído que se dijo: «Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo». Pero yo os digo: amad a vuestros enemigos y orad por los que os persiguen" (Mt. 5:43-44). Pablo repitió esto en Romanos 12 diciendo: "Bendecid a los que os persiguen; bendecid, y no maldigáis” (v. 14), “si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; y si tiene sed, dale de beber" (v. 20).

El que ama a su prójimo, es decir, a cualquiera con quien entra en contacto (cf. Lc. 10:25-37), cumple la ley de Dios. Después de todo, la ley de Dios se refiere al amar: amar a Dios y amar al hombre.

Algo para reflexionar

En uno de los pasajes más hermosos de la Biblia sobre el amor, Pablo escribió la siguiente descripción del amor usando nada más que verbos: "El amor es paciente, es bondadoso; el amor no tiene envidia; el amor no es jactancioso, no es arrogante; no se porta indecorosamente; no busca lo suyo, no se irrita, no toma en cuenta el mal recibido; no se regocija de la injusticia, sino que se alegra con la verdad; todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser" (1 Cor. 13:4-8). El hecho de que usara verbos y no adjetivos para describir el amor significa que el amor es una acción—una deuda continua que se le debe a todas las personas, ya sean santos o enemigos.