Gobierno establecido por Dios
Romanos 13:1b: Porque no hay autoridad sino de Dios, y las que existen, por Dios son constituidas.
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En Romanos 13:1 se pueden ver dos razones para obedecer a
las autoridades gubernamentales. Primero, el Apóstol Pablo, hablando en nombre
de Dios, lo ordena. Por lo tanto, seguir
un mandato de Dios es adorar a Dios—ofreciéndose a uno mismo como sacrificio
vivo (12:1). En segundo lugar, todas las
autoridades gobernantes existen por el consentimiento de Dios, y son "constituidas"
(gr. tetagmenoi), o nombradas, por Dios. Como Daniel le dijo al rey Nabucodonosor:
"el Altísimo domina sobre el reino de los hombres, y se lo da a quien le
place, y pone sobre él al más humilde de los hombres" (Dan. 4:17). Por lo tanto, Dios ha asignado todos los
gobiernos, incluso los impulsados por Satanás que odian a los judíos, a Cristo,
y a los cristianos.
En Su sabiduría soberana, Dios le ha permitido a Satanás una
vasta gama de poder en Su universo creado. Dios le dio al hombre autoridad para gobernar
sobre Su creación, pero el hombre se la entregó a Satanás en el Edén (Gén. 3). Como resultado de ello, "todo el mundo
yace bajo el poder del maligno" (1 Jn. 5:19) que es "el príncipe de
este mundo" (Jn. 12:31; 16:11; 14:30). Esto puede explicar por qué Jesús no corrigió
a Satanás cuando fue tentado en el desierto a inclinarse ante él, cuando
Satanás le ofreció todos los reinos del mundo (Lc. 4:6). ¡Esos reinos eran reinos de Satanás!
Es evidente en Daniel 10 que algunas naciones, si no todas,
son manipuladas por seres espirituales malvados. Gabriel, un ángel santo que está en la
presencia de Dios mismo, habló de dos espíritus demoníacos, "el príncipe
del reino de Persia" y "el príncipe de Grecia"; el primero de
ellos, uno que se le opuso durante 21 días mientras intentaba llegar donde
Daniel. Solo cuando Miguel, el príncipe
de Israel, rescató a Gabriel, es que pudo liberarse y dirigirse donde Daniel en
persona. Antes de Daniel, Isaías,
después de profetizar la muerte del rey blasfemo de Babilonia (Isa. 14:4), se
dirigió a un ser que había "caído del cielo", una vez llamado "lucero
de la mañana" (o Lucifer), e "hijo de la aurora" (v. 12). El hecho de que el rey humano y el espíritu
inicuo estén tan estrechamente alineados apunta hacia Satanás como el poder
detrás de Babilonia, la nación malvada que oprimió a los judíos desde el 605 a.
C. hasta el 539 a. C. Ezequiel también
habló del "rey de Tiro" que tenía el "sello de la perfección,
lleno de sabiduría y perfecto en hermosura" que estaba "en el Edén…,
en el huerto de Dios". Llamarlo el
"querubín protector" (Ezeq. 28:12-14), esto solo puede ser una
referencia a Satanás, el diablo mismo.
Teniendo en cuenta estos ejemplos, es evidente que, aunque
parezca que los seres humanos controlan los gobiernos, la mayoría de estos
funcionarios públicos, en la medida en que legislan al margen de la justicia,
están bajo la influencia de Satanás, y actúan como medios para la rebelión de
Satanás contra Dios. Además de
Babilonia, Asiria, y los crueles Césares romanos, observamos los gobiernos
tiránicos y crueles más modernos de Hitler, Stalin, y Mao. Además, algunos de los llamados reinos
"cristianos" de la Edad Media eran igual de crueles y despóticos. Pero éstos, y todos los demás, fueron
impulsados e inspirados satánicamente para oprimir, porque eso es lo que hace
Satanás—oprimir al pueblo de Dios.
Tristemente, los caminos pecaminosos del hombre exigen que
el gobierno haga cumplir las leyes para mantener a la humanidad bajo control. No todos los gobiernos son malos, aunque
muchos lo son. De cualquier manera, Dios
exige obediencia a las autoridades civiles, porque Él es el Manipulador de
ellas, oponiéndose a la anarquía. Como
dice Proverbios: "Como canales de agua es el corazón del rey en la mano
del Señor; Él lo dirige donde le place" (21:1). Nadie debe resistirse a lo que Dios ha
instituido, a menos que esa institución se rebele contra Dios. Y cuando eso suceda, los cristianos deben
obedecer a Dios en lugar de al hombre (Hch. 5:29; cf. Dan. 3:12-17).
Algo para reflexionar
La obediencia a Dios es adoración a Dios, así que, si obedecer a nuestras autoridades que gobiernan es lo que Dios exige, entonces debemos adorarlo de esa manera. Aunque el gobierno de los Estados Unidos no es cristiano, sí pertenece a Dios. Debemos someternos a su autoridad, ya sea que nos beneficie o no.