No debas nada excepto amor

Romanos 13:8: No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros.

-----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

 

La Biblia no es un libro lleno de versículos al azar que instruyen a las personas a hacer y no hacer ciertas cosas. "No debáis a nadie nada", por ejemplo, si se saca de contexto, podría llevar a algunos a creer que los cristianos nunca deberían tener ninguna deuda en ningún momento y por ningún motivo. Pero en realidad, ni el Antiguo Testamento ni el Nuevo Testamento prohíben categóricamente pedir prestado y prestar.

La Ley mosaica (de Génesis a Deuteronomio) requería que: "Si prestas dinero a mi pueblo, a los pobres entre vosotros, no serás usurero con él; no le cobrarás interés" (Éx. 22:25; cf. Sal. 15:5). Así que claramente, si Dios permitía la práctica de prestar dinero, entonces pedir prestado no era inherentemente malo. Del mismo modo, también se les habló a los judíos el tema del cobro de intereses: "En caso de que un hermano tuyo empobrezca y sus medios para contigo decaigan, tú lo sustentarás como a un forastero o peregrino, para que viva contigo. No tomes interés y usura de él, mas teme a tu Dios, para que tu hermano viva contigo" (Lev. 25:35-36; cf. Neh. 5:7; Ezeq. 22:12). Notar el Salmo 37:21, 26: "el justo es compasivo y da. … Todo el día es compasivo y presta, y su descendencia es para bendición". Y Proverbios 19:17 dice: "El que se apiada del pobre presta al Señor, y Él lo recompensará por su buena obra". Aquellos que le prestan a los pobres, por lo tanto, deben estar preparados a no ser pagados nunca de vuelta por el prestatario, pero sin duda esta persona que presta será pagada por Dios por su generosidad.

Jesús, en el Sermón del Monte (Mt. 5-7; Lc. 6), de hecho, aprobó el pedir prestado cuando dijo: "Al que te pida, dale; y al que desee pedirte prestado no le vuelvas la espalda" (Mt. 5:42). Además, Jesús parece dar aprobación a pedir prestado financieramente con el propósito de invertir, como se puede ver en la parábola de los talentos (Mt. 25:14-30). Porque los dos hombres de la parábola que invirtieron correctamente fueron alabados, mientras que el que no lo hizo fue reprendido por fallar en al menos ganar algún interés sobre el préstamo: "Debías entonces haber puesto mi dinero en el banco, y al llegar yo hubiera recibido mi dinero con intereses" (v. 27). Por lo tanto, si pedir prestado era malo, entonces Jesús ciertamente perdió una excelente oportunidad de decirlo.

Por consiguiente, es evidente que tanto el Antiguo Testamento como el Nuevo Testamento justifican pedir dinero prestado. Ahora bien, es obviamente para aquellos que tienen serias necesidades financieras sin otra alternativa para sostenerse, y el pago de vuelta es necesario para el prestatario. Todos los cristianos, en la medida de sus posibilidades, deben estar abiertos a prestar dinero a los necesitados sin cobrar intereses, sin esperar ser pagados de vuelta. Prestar a los pobres sin esperar un pago de vuelta es, de hecho, una virtud. Pero cobrar intereses a quien busca beneficiarse del préstamo tampoco es un pecado. Es solo una buena práctica comercial. Esto se aplica a la compra de una casa, un automóvil, o la construcción de una iglesia—ninguno de los cuales es pecaminoso.

Por supuesto, muchas empresas, incluidos los bancos, se ganan la vida cobrando intereses. Algunas de estas empresas serían completamente incapaces de funcionar sin prestar para recibir intereses, o sin pedir prestado para invertir en cosas tales como edificios, equipos, y materias primas. Las pequeñas empresas y los agricultores, por ejemplo, no podrían empezar a ganarse la vida sin préstamos para empezar a trabajar. Y la mayoría de las familias nunca podrían permitirse comprar una casa sin la libertad de pedir dinero prestado. Al final, la inversión de una hipoteca a 30 años puede funcionar mejor que simplemente pagar el alquiler durante ese período de tiempo. Pero una cosa es cierta: el pago de la deuda es absolutamente esencial. Porque el mandato de "no debáis a nadie nada" implica pagar lo que se debe a tiempo.

Algo para reflexionar

Pablo tenía un pensamiento en mente en Romanos 13:8, a saber, que nosotros, como cristianos, no le debamos nada a nadie "sino el amaros unos a otros". Esa es una deuda que nunca se puede pagar en su totalidad. Implica un acto continuo de caridad hacia todos con los que nos encontramos, ya sean familiares, cristianos, o enemigos.