Nuestro sacrificio vivo – Parte 2
Romanos 12:10-13: 10 Sed afectuosos unos con otros con amor fraternal; con honra, daos preferencia unos a otros; 11 no seáis perezosos en lo que requiere diligencia; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor, 12 gozándoos en la esperanza, perseverando en el sufrimiento, dedicados a la oración, 13 contribuyendo para las necesidades de los santos, practicando la hospitalidad.
-----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Los cristianos que se ofrecen a Dios como sacrificios vivos
(12:1), aman y odian—teniendo un amor genuino por todas las cosas buenas,
mientras odian todas las cosas malas (12:9). En el v. 13, el amor genuino del creyente por
todas las cosas buenas, ahora es dirigido hacia "unos con otros", o
"amor fraternal" (gr. philadelphia). Intensificando esto, Pablo añade que los
creyentes deben ser "afectuosos" (gr. philostorgos) unos con otros—un
término usado para el afecto entre un esposo y una esposa, una madre con un
hijo, un padre con un hijo. En resumen,
aquellos que aman a Dios amarán al pueblo de Dios (1 Jn. 5:1). En otro pasaje, Jesús dijo: "En esto
conocerán todos que sois mis discípulos, si os tenéis amor los unos a los otros"
(Jn. 13:35). Para los cristianos, amar a
sus hermanos en Cristo no es opcional, porque "Si alguno dice: Yo amo a
Dios, y aborrece a su hermano, es un mentiroso; porque el que no ama a su
hermano, a quien ha visto, no puede amar a Dios a quien no ha visto" (1 Jn.
4:20).
Cuando incrédulos se encuentran con un cristiano, deben
notar la disparidad. Según la Biblia,
uno es hijo de Dios, y el otro hijo del diablo. Juan escribe: "En esto se reconocen los
hijos de Dios y los hijos del diablo: todo aquel que no practica la justicia,
no es de Dios; tampoco aquel que no ama a su hermano… Pero el que tiene bienes
de este mundo, y ve a su hermano en necesidad y cierra su corazón contra él,
¿cómo puede morar el amor de Dios en él? Hijos, no amemos de palabra ni de
lengua, sino de hecho y en verdad. En esto sabremos que somos de la verdad, y
aseguraremos nuestros corazones delante de Él" (1 Jn. 3:10, 17-19).
Una de las formas en que los santos de Dios se pueden notar
por su amor mutuo, es en cómo "con honra, daos preferencia unos a otros"
(v. 10). La palabra para "honra"
(gr. timē) significa "ir delante", como en ir delante de otro para
mostrarle el camino. En este contexto,
se trata de pasar a otro para serles ejemplo a ellos. Si todo cristiano tratara de hacer esto, cada
uno estaría tratando de "superarse unos a otros en mostrar honor" (ESV),
simplemente porque cada creyente tendría en mente a otros creyentes mientras se
esfuerza por amarlos. Este tipo de honor
no es adulación, per se, sino aprecio y admiración genuinos por un hijo de Dios
en Cristo.
Del mismo modo, los de Dios no están "perezosos en lo
que requiere diligencia" (v. 11; cf. Ecl. 9:10). La pereza no es un rasgo cristiano; ser
"fervientes en espíritu" sí lo es—un celo apasionado "sirviendo
al Señor". Esta palabra para
"servir" (gr. douleuō) es diferente de la que Pablo usó en 12:1
(latreia), donde enfatizó adoración respetuosa, y es diferente de la que usó en
12:7 (diakonia), que se refiere al servicio práctico de un cristiano. En 12:11, el término se refiere a "esclavo",
cuya existencia misma es para servir a su amo. Sin embargo, a diferencia de un esclavo que
debe servir a su amo, los cristianos tienen un celo/fervor por servir a Dios,
impulsados por las "misericordias de Dios" (12:9). Son creyentes llenos del Espíritu impulsados
por la pasión de amar a Dios y a Su pueblo, odiando el mal. La actitud a veces fría o tibia que se
encuentra en algunos cristianos profesantes es, por lo tanto, una contradicción.
El v. 12 añade a las acciones continuas de los verdaderos
cristianos, mostrándolos como personas que se gozan “en la esperanza".
En griego del Nuevo Testamento,
"esperanza" no es un deseo, ¡es una garantía! Y los cristianos se “gozan" (gr. chairo)
en su garantía de vida eterna con Cristo. Ellos están "perseverando en el
sufrimiento"—persistentes en medio de las pruebas, rehusando comprometer
la verdad. En medio de todo esto, están
"dedicados a la oración"—literalmente apegados a ello, persistentes
en ello. La oración no es algo que hagan
de vez en cuando, es una disciplina que los define. Del mismo modo, en el v. 13, los cristianos
están "contribuyendo" (gr. koinōneō) para las "necesidades de
los santos", específicamente compartiendo comida y dinero con los
creyentes necesitados. En resumen, están
"practicando la hospitalidad"—dando la bienvenida a huéspedes y extraños
en Cristo.
Algo para reflexionar
Nótese que los verbos en Romanos 12:10-13, son todos
participios presentes continuos. Esto
apunta a una forma de vida para los cristianos, no a actos puntuales que
alivian una conciencia culpable. Debido
a nuestro aprecio por las misericordias de Dios, nosotros, como Su pueblo—salvados
por Su gracia a través de la fe en Jesucristo—anhelamos servir a Dios con
nuestras propias vidas (cf. 12:1). Por
lo tanto, nuestra lista de oración podría ser algo como esto: "Señor, que
amemos lo que amas y odiemos lo que odias. Haz que seamos afectuosos los unos con
los otros con amor fraternal, honrándonos unos a otros muy por encima de
nosotros mismos. Que nunca seamos perezosos en nuestra diligencia al servirte
fielmente, porque oramos que nos hagas fervientes en nuestro servicio a ti. Que
nos regocijemos en nuestra esperanza todos los días, perseveremos en nuestras
pruebas, y hagamos de la oración a ti un estilo de vida, no un espacio de
tiempo que comienza y termina. Avísanos de las necesidades de tu pueblo, y
danos convicción de mostrar hospitalidad cuando sea necesario". ¡Ahí está! Orar las palabras de las Escrituras. Dios no puede decir que no a esas peticiones;
¡Él las ordenó!