Nuestro sacrificio vivo – Parte 4
Romanos 12:19-21: 19 Amados, nunca os venguéis vosotros mismos, sino dad lugar a la ira de Dios, porque escrito está: Mia es la venganza, yo pagare, dice el Señor. 20 Pero si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; y si tiene sed, dale de beber, porque haciendo esto, carbones encendidos amontonarás sobre su cabeza. 21 No seas vencido por el mal, sino vence con el bien el mal.
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En Romanos 12:19-21 Pablo continúa las exhortaciones que
comenzó en 12:14-18, diciéndoles a los cristianos que reaccionen bondadosamente
a la persecución y el juicio contra ellos por parte del mundo incrédulo donde habitan.
Ciertamente, no hay ninguna indicación
en la carta de Pablo a la iglesia romana acerca de persecución en el momento en
que él escribió (alrededor del año 57 d. C.), pero en años posteriores se
intensificó dependiendo del emperador. Por
lo tanto, las exhortaciones de Pablo estaban preparando a los cristianos en
Roma, y en cada generación subsiguiente, para una respuesta cristiana a las
horribles persecuciones que se avecinaban.
Mientras que la mayoría de las personas de sangre caliente
se sienten tentadas a tomar represalias contra una persona que les ha hecho
daño, Pablo advierte contra esto, diciendo: "nunca os venguéis". La razón es simple: la venganza pertenece solo
a Dios. Así que, cuando el hombre busca
venganza contra sus enemigos, literalmente le está robando a Dios lo que
legítimamente le pertenece. Sin embargo,
el hombre en su depravación, incluso como hijo de Dios en Cristo, es tentado a
buscar venganza contra aquellos que le han hecho daño. Por lo tanto, los cristianos deben dar “lugar
a la ira de Dios". Citando a Dios
de Deuteronomio 32:35, en el v. 19 Dios dice: "Mía es la venganza, yo
pagaré". Esto no deja espacio para
que los creyentes se venguen ellos mismos.
En el v. 20, Pablo les dice a los cristianos que cuando son
agraviados, no deben quedarse de brazos cruzados per se, sino que deben amar
proactivamente a aquel que les ha hecho mal. Citando Proverbios 25:21-22, lo
más probable es que Pablo también tuviera en mente el Sermón de Jesús (Mt. 5-7;
Lc. 6), porque Él enseñó a Sus discípulos a poner la otra mejilla cuando se les
golpea, y a recorrer dos millas por aquellos que solo les exigían que fueran
una milla (Mt. 5:38-48). Al enseñar a
los cristianos a devolver el bien a aquellos que les reparten mal, Pablo (y
Jesús) simplemente está reiterando la importancia de lo que enseñó en Romanos
12:14-17. Si el enemigo roba porque
tiene hambre o sed, entonces los cristianos no deben resistirse, sino que deben
hacer un esfuerzo adicional para dar más. Esta es, de nuevo, la forma en que los
creyentes adoran con sus propias vidas.
El resultado de este tipo de comportamiento piadoso no solo
revela un amor genuino por lo que Dios ha ordenado a Su pueblo que haga y sea,
sino que también tiene un resultado positivo en el que persegue. Pablo dice que cuando los cristianos hacen el
bien a los que los usan y abusan de ellos, amontonan "carbones encendidos"
sobre las cabezas de sus enemigos. Esto
podría significar una de dos cosas, tal vez ambas. Primero, carbones encendidos en el Antiguo
Testamento se refieren a la presencia y el poder de Dios (2 Sam. 22:9, 13; Sal.
18:8, 12) y a Su juicio (Sal. 140:10; Isa. 5:24). Quizás Pablo está diciendo que si las acciones
positivas de un cristiano hacia su enemigo no producen arrepentimiento,
entonces la culpa del enemigo ante Dios se intensificará. Sin embargo, esto podría producir un motivo
falso para que los cristianos hagan el bien a fin de que Dios juzgue.
Una segunda interpretación de carbones en este contexto
podría ser una metáfora para "vergüenza ardiente". En otras palabras, actuar con bondad hacia el
enemigo de uno llevará a éste a sentir vergüenza por sus acciones de odio. ¡Quizás en ese momento se arrepentirían, se
volverían amistosos, y así el enemigo sería destruido! Esta interpretación se ajusta mejor al
contexto, promoviendo una acción positiva hacia el comportamiento negativo, con
el propósito de llevar a otra persona al arrepentimiento, no a juzgar. Esto encarna el mandato final de Pablo: "No
seas vencido por el mal, sino vence con el bien el mal".
Algo para reflexionar
En la carrera cristiana, nosotros, como pueblo de Dios, debemos ser conocidos por nuestro amor unos por otros, y odio hacia lo que es malo. No debemos ser "vencidos por el mal". Debemos vencer el mal con el bien (12:21). Esta es nuestra batalla, ¡y es una batalla intensa de verdad! Pero podemos, y debemos, estar a la altura de las circunstancias, siendo llenos del Espíritu Santo, y manifestando el fruto del Espíritu.