El juicio pertenece solo a Dios
Romanos 14:9-12: 9 Porque para esto Cristo murió y resucitó, para ser Señor tanto de los muertos como de los vivos. 10 Pero tú, ¿por qué juzgas a tu hermano? O también, tú, ¿por qué menosprecias a tu hermano? Porque todos compareceremos ante el tribunal de Dios. 11 Porque está escrito: Vivo yo —dice el Señor— que ante mí se doblará toda rodilla, y toda lengua alabará a Dios. 12 De modo que cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí mismo.
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La frase "para esto" es una referencia al v. 8,
donde se dice que los creyentes pertenecen al Señor, ya sea en vida o en
muerte. Ya sea en la vida o en la muerte del creyente, Jesucristo mismo tanto murió
como volvió a vivir "para ser Señor tanto de los muertos como de los vivos".
John Stott comenta: "Es maravilloso que el apóstol eleve la cuestión muy
mundana de nuestras relaciones mutuas en la comunidad cristiana al alto nivel
teológico de la muerte, resurrección, y el consiguiente señorío universal de
Jesús. Debido a que Él es nuestro Señor, debemos vivir para Él. Debido a que Él
también es el Señor de nuestros hermanos cristianos, debemos respetar su
relación con Él y ocuparnos de nuestros propios asuntos. Porque Él murió y
resucitó para ser Señor".
Esto trae a colación el debate siempre presente sobre el
señorío de Cristo, porque negar el señorío de Cristo—Su reinado sobre todos los
verdaderos cristianos—en la vida de cualquier creyente es desafiar lo que
Cristo logró en la cruz y lo que Su posterior resurrección significa para los
cristianos. ¡Cuán absurdo es que algunos puedan llamar a Cristo su Salvador y
sin embargo no se sometan a Él como Señor! Después de todo, Cristo murió no
solo para salvar a aquellos que creerían en Él, sino también para gobernar como
Rey en lugar del pecado que una vez los esclavizó. Por lo tanto, si Jesús es Señor,
entonces la sumisión a Él es el fruto de la salvación de uno. Si no hay fruto,
¿puede realmente haber salvación? Pablo dijo: "Pero gracias a Dios, que
aunque erais esclavos del pecado, os hicisteis obedientes de corazón a aquella
forma de enseñanza a la que fuisteis entregados; y habiendo sido libertados del
pecado, os habéis hecho siervos de la justicia… Pero ahora, habiendo sido
libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la
santificación, y como resultado la vida eterna" (Rom. 6:17-18, 22).
Ahora, en el v. 10, Pablo pregunta sarcásticamente por qué algún
cristiano, a la luz del hecho de que Jesús es el Señor de todo, pensaría en
juzgar comportamientos que no le corresponde a él juzgar. Por supuesto, los
cristianos deben juzgar el comportamiento inmoral dentro de la iglesia (cf. 1
Cor. 5:9-13), pero no acciones amorales basadas en la conciencia. Puesto que el
Señor Dios es nuestro Amo, entonces solo Él tiene el derecho de juzgarnos.
Otros cristianos no pueden usurpar lo que le pertenece al Señor Dios
Todopoderoso, y los asuntos referentes a débiles y fuertes solo le corresponde
a Dios juzgar. Por lo tanto, cuando los creyentes juzgan a sus hermanos
cristianos por beber/no beber, comer/no comer, o guardar un día/no guardarlo,
cruzan una línea que no deben cruzar. Juzgar el comportamiento inmoral y
pecaminoso, sí, pero no las peculiaridades. Todos comparecerán ante el tribunal
de Dios (gr. bema), y entonces "la obra de cada uno se hará evidente;
porque el día la dará a conocer, pues con fuego será revelada; el fuego mismo
probará la calidad de la obra de cada uno. Si permanece la obra de alguno que
ha edificado sobre el fundamento, recibirá recompensa. Si la obra de alguno es
consumida por el fuego, sufrirá pérdida; sin embargo, él será salvo, aunque así
como por fuego" (1 Cor. 3:13-15).
Algo para reflexionar
Nótese el uso similar de los títulos y nombres de Dios desde
el v. 3 hasta el v. 9. Presentan una de las enseñanzas más claras de la deidad
de Cristo. En el v. 3, Pablo
habla de Dios, en el v. 4 de Señor, en el v.
6 tanto de Señor (tres veces) como de Dios (dos veces), en el v. 8 de Señor (tres veces), y
en el v. 9 nueve veces,
específicamente de Cristo siendo Señor. Debido a esto, toda rodilla se doblará
ante Cristo, y toda lengua "confesará" que
Él es Señor (v. 11, de Isa. 45:23). TODOS "confesarán" a Jesús como Señor, pero "confesar" en griego
realmente significa "alabar". Por lo tanto, incluso los ateos y
satanistas un día probarán el dulce sabor de la alabanza a Dios, y luego serán apartados
para siempre de Él.