Jesús examina Su templo

Marcos 11:7-11: Entonces trajeron el pollino a Jesús y echaron encima sus mantos, y Jesús se sentó sobre él. Y muchos tendieron sus mantos en el camino, y otros tendieron ramas que habían cortado de los campos. Los que iban delante y los que le seguían, gritaban: ¡Hosanna! Bendito el que viene en el nombre del Señor; 10 Bendito el reino de nuestro padre David que viene; ¡Hosanna en las alturas! 11 Y entró en Jerusalén, llegó al templo, y después de mirar todo a su alrededor, salió para Betania con los doce, siendo ya avanzada la hora.

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Después de hacer lo que Jesús les dijo que hicieran al buscar el pollino y la asna, imagínese lo que pensaron los discípulos cuando entraron en la pequeña aldea y encontraron todo como Jesús les dijo que lo harían: el pollino, la asna, y los dueños que les hicieron preguntas. Pero llevar el pollino a Jesús debe haberlos confundido, porque Jesús había caminado por todas partes alrededor de Palestina hasta este punto. Entonces, ¿por qué pediría un pollino sobre el cual montar hasta la ciudad ese día? La respuesta era, por supuesto, cumplir la profecía de Zacarías 9:9. De hecho, si Jesús no hubiera entrado en Jerusalén en un pollino, en ese día específico, no podría haber sido el Mesías. ¡Y sin embargo, lo hizo!

El v. 8 muestra la antigua costumbre de extender vestiduras en el camino para que un monarca les pasara por encima, una señal de respeto a la autoridad. El relato de Juan sobre esto revela que las ramas eran de palmeras, un símbolo de liberación y alegría. Esto coincide con Apocalipsis 7:9, donde una gran multitud de personas se inclinan ante Jesús con ramas de palma mientras lo adoran. Las multitudes en el v. 8 van delante de Jesús mientras Él entra montado sobre el pollino, y están gritando un cántico de alabanza diciendo: "Hosanna". Esta es una palabra hebrea que significa "salva ahora". Ellos le gritaban al "hijo de David" que "¡salve ahora!". Sus gritos estaban llenos de gozo ya que su expectativa de salvación a través de su Mesías estaba ahora cerca. "¡Salvación en las alturas!" fue su clamor, porque esta multitud estaba convencida de que Jesús iba a Jerusalén para sentarse en el trono de David y derrocar a los romanos. Esta era la misma multitud que acababa de presenciar cómo el ciego Bartimeo recibía la vista (Mc. 10:46-52). Sin embargo, a pesar de su asombro, su naturaleza voluble se manifestaría pocos días después.

Jerusalén en ese momento estaba comenzando a llenarse con cientos de miles de personas, porque la fiesta anual de la Pascua estaba a solo unos días de distancia, y la mayoría de los judíos venían para esta fiesta de una semana. Cuando entraron en Jerusalén, el día estaba llegando a su fin, y Jesús simplemente fue al templo, miró a Su alrededor, y regresó donde se alojaba en Betania, después de un largo día de viaje desde Jericó a casi 18 millas de distancia. Como el Señor del Templo, posiblemente Jesús lo estaba inspeccionando para determinar si se estaba cumpliendo el propósito para el cual fue hecho, la verdadera adoración de Yahweh. Este fue un día con un final tranquilo, pero era meramente la calma antes de la tormenta. Al día siguiente, Jesús regresaría y literalmente sacudiría las cosas, haciendo que Sus oponentes lo odiaran aún más.

Algo para reflexionar

Lucas 19:41-44 dice que Jesús lloró sobre Jerusalén el día que entró en la ciudad, y se lamentó de su futuro, diciendo que sus enemigos la sitiarían, la derribarían a tierra junto con los hijos de la ciudad, y no dejarían piedra sobre piedra. ¿Por qué? Jesús dijo: "porque no conociste el tiempo de tu visitación" (v. 44). Creo que Jesús entró en el templo ese día y miró a Su alrededor en el mismo sentido en que está mirando las mentes y los corazones de aquellos que lo llaman Señor pero que se niegan a someterse a Él como tal. Creo que Su llanto es indicativo, tanto entonces como ahora, del futuro que Él ve en nosotros si nos negamos a arrepentirnos de las cosas pecaminosas en las que participamos, llamándolas nuestros "pecados favoritos/irrenunciables". Jerusalén cayó unos 35 años después de que Jesús profetizó contra ella en el año 70 d. C., y cayó con un colapso que la mantuvo desolada hasta 1948 porque sus habitantes se negaron a arrepentirse. Me pregunto qué futuro ve Jesús en ti hoy cuando Él mira en tu templo. ¿Acaso ve Él miseria? Arrepiéntete de tus pecados hoy antes de que Dios tenga que llamar tu atención a través de juicio. Hazlo ya.