La salvación milagrosa de un pecador

Lucas 23:42-43 42 Y decía: Jesús, acuérdate de mí cuando vengas en tu reino. 43 Entonces Él [Jesús] le dijo: En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso.

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Se sabe por todos los Evangelios, que otros dos hombres, criminales condenados, fueron crucificados junto a Jesús, uno a Su izquierda y otro a Su derecha (Mt. 27:38; Mc. 15:27; Lc. 23:32; Jn. 19:18).  En los Sinópticos, estos hombres, tal vez asociados con la insurrección de Barrabás, también participaban en insultar a Jesús mientras colgaban de sus respectivas cruces.  Sin embargo, en el transcurso de unas tres horas, uno de los criminales, según el relato de Lucas, comenzó a ablandarse.  Mientras uno de los criminales insultaba a Jesús, burlándose de Él como el Cristo, instándolo a que se salvara a Sí mismo y a ellos, el otro criminal reprendió a su compañero en crimen, esencialmente diciéndole que cerrara su boca blasfema.  Al parecer, habiendo observado el comportamiento honorable/intachable de Jesús, y sin duda, habiendo oído a Jesús orar por el perdón de los que se burlaban de Él, este criminal anónimo experimentó un cambio de corazón, reemplazando su burla de Jesús con amor y admiración.

El criminal, dándose cuenta de que su propia crucifixión estaba en consonancia con sus malas obras, preguntó a su cómplice en crimen: "¿Ni siquiera temes tú a Dios a pesar de que estás bajo la misma condena? Y nosotros a la verdad, justamente, porque recibimos lo que merecemos por nuestros hechos" (v. 40-41a).  Esta pregunta revela la conciencia de un hombre que no solo creía que hay un Dios, sino que Dios es recto y justo, esencialmente diciendo: "Estamos sufriendo este destino porque hemos quebrantado la ley de Dios".  Por ende añadió, con respecto a Jesús: "pero este nada malo ha hecho" (v. 41b).  ¿Cómo lo sabía? ¿Conocía a Jesús como el Cristo antes de su crucifixión y, por lo tanto, sabía que Jesús era inocente de los crímenes que se le imputaban?  ¿O se dio cuenta de que Jesús era el Cristo mientras sufrían juntos en sus respectivas cruces?  De una u otra manera, el criminal, al final de su breve vida, conoció sus pecados, reconoció a su Salvador, y buscó el perdón.

El hombre entonces se volvió hacia Jesús y "decía: Jesús, acuérdate de mí cuando vengas en tu reino” (v. 42).  Ahora bien, dado que "decía" es un verbo activo imperfecto que habla de una acción continua en el pasado, el hombre no solo le pidió una vez a Jesús que se acordara de él; ¡él lo "decía" una y otra vez!  El criminal crucificado ahora sabía que Jesús era tanto Rey como Cristo, y que Él iba a entrar absolutamente en Su reino después de la muerte.  Pidiéndole a Jesús que nunca lo olvidara, el criminal arrepentido ahora quería estar con Jesús, después de haber abandonado su vida de crimen y pecado.  Por lo tanto, "acuérdate de mí...".  Esta es una clara declaración de fe, que revela el corazón arrepentido de un hombre moribundo.

Por muy hermoso que sea el corazón arrepentido del criminal, nada es más hermoso que la gracia de Dios en medio de Su propio sufrimiento, mientras Él garantiza la salvación del criminal arrepentido.  La respuesta inmediata de Jesús a la súplica del hombre fue: "En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso".  Primero, notar las palabras "en verdad" (gr. amēn), porque las palabras que siguen de la boca de Jesús serán verdad absoluta.  En segundo lugar, observar el lugar donde Jesús dice que estará el criminal arrepentido: el Paraíso.  Este término griego significa "jardín", usado tres veces en el Nuevo Testamento.  En 2 Corintios 12:4 se refiere al lugar donde Dios mismo mora en luz inaccesible (cf. 1 Tim. 6:16).  En Apocalipsis 2:7 se refiere a la restauración del Edén profetizada en Isaías 51:3 y Ezequiel 36:35.  Lucas lo usa aquí para referirse a la residencia de los muertos justos que moran con Dios después de la muerte.  Tercero, notar que el hombre estaría "con" Jesús ese día en el Paraíso.

Algo para reflexionar

¿Cómo puede un criminal empedernido, una persona que pasó su vida robando y derramando la sangre inocente de otros, ser salvado por Jesús?  Respuesta: Por la gracia de Dios, solo a través de la fe en Jesucristo solamente.  Él no tenía nada que dar—ni limosnas, ni oraciones, ni buenas obras, ni bautismo, ni nada.  Solo fe.  Y lo que fue cierto para ese criminal en la cruz junto a Jesús, sigue siendo cierto para todos los que respiran hoy.  Nadie puede pecar tan horriblemente que no pueda clamar con fe a Jesucristo y encontrar el perdón junto con la garantía de la vida eterna con Él en el Paraíso, a partir del mismo día en que muera.  No hay purgatorio, no se necesitan más oraciones; solo fe en Jesús y la garantía de la vida eterna con nuestro Señor y Salvador Jesucristo.  ¡Esto está tan bien ilustrado en el ladrón en la cruz!  La gracia de Dios es un don gratuito, que no exige obras, solo arrepentimiento y fe.