Romanos 14:1
Romanos 14:1: Aceptad al que es débil en la fe, pero no para juzgar sus opiniones.
-------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Las divisiones en las iglesias han existido desde que la
Iglesia comenzó. Una de las primeras divisiones se refería a ciertas libertades
cristianas con respecto a comer (14:2), guardar algunos días como más santos
que otros (14:5), y beber (14:21). Aunque había algunos cristianos que
entendían su libertad en Cristo y no tenían restricciones en su comportamiento
que las Escrituras no abordaran, otros, por la razón que fuera, se ponían bajo
grandes restricciones mientras juzgaban a todos los que no lo hacían. Al
abordar este tema en 14:1, la explicación de Pablo continúa hasta 15:13.
Hay un puñado de opciones viables en cuanto a quiénes eran
los "débiles" en el v. 1. Lo más probable es que Pablo se esté
refiriendo a los cristianos judíos que, habiendo sido salvados de algunos de
los rituales de la Ley mosaica, se les dificultaba comprender su libertad en
Cristo con respecto a ciertos alimentos y días santos (cf. 15:8-12). Estos
temas eran bastante frecuentes en la Iglesia primitiva (cf. Mc. 7:19; Hch. 10 y
15; Gál. 2:11-15), y crearon tensiones con los cristianos "fuertes"
(cf. 15:1), es decir, con los que poseían una comprensión más clara de su
libertad en Cristo. No obstante, este grupo "fuerte" era propenso a
despreciar a sus hermanos cristianos más débiles, lo que llevó a Pablo a
abordar el problema. Es posible que incluso haya habido congregaciones rivales
dentro de la ciudad de Roma y en otros lugares.
El término griego "débil" (gr. astheneō) se usa a
lo largo de los Evangelios para referirse a las enfermedades físicas. Sin
embargo, en Hechos y en las epístolas también se usa para una fe frágil o una
conciencia frágil (cf. Hch. 20:35; Rom. 6:19; 14:1; 1 Cor. 8:9-12). En sentido
figurado, se usa en referencia a aquellos que son espiritualmente lentos,
temerosos, o tímidos (2 Cor. 11:21; Stg. 5:14), es decir, aquellos que dudan,
vacilan, o cuyas mentes se perturban fácilmente (Rom. 14:2, 21; 1 Cor. 8:9,
11-12). El uso de la palabra por parte de Pablo en Romanos 14-15, cae en esta
categoría figurada, específicamente para aquellos cuya fe cristiana no era tan
madura como aquellos que entendían su libertad en Cristo al igual que lo hacían
Pablo y otros. En esto está claro que Pablo está hablándole a cristianos,
porque dentro de la Iglesia hay creyentes fuertes y débiles. Ambos deben tratar
apropiadamente con el otro, porque la unidad es de suma importancia, comenzando
con cristianos más fuertes aceptando a sus hermanos cristianos más débiles, no
juzgándolos.
El término "aceptar" (gr. proslambanō) en 14:1, es
un verbo imperativo presente, un mandato a la acción continua a unirse con hermanos
cristianos más débiles, a pesar de las dificultades. ¡Acógelos! Sin embargo, el
acogerlos nunca debe tener el propósito de "juzgarlos" (gr.
diakrisis). En otras partes del Nuevo Testamento se usa "juzgar" para
discernir la verdad del error en varios maestros (1 Cor. 12:10), y distinguir
"el bien y el mal" (Heb. 5:14). Pablo, sin embargo, está usando la
palabra en un sentido más negativo, es decir, de no discutir o entrar en disputas
acerca de "opiniones"—pensamientos o razonamientos. En resumen,
aceptar y acoger a creyentes más débiles en el hogar de uno debía ser para comunión
cristiana, no como una artimaña para discutir con un hermano más débil a que tuviese una mayor madurez per se.
En el contexto de Pablo, los "débiles" en la fe no
son débiles en su fe cristiana; en cambio, carecen de seguridad en lo que su fe
salvadora les permite hacer. Puesto que está claro en epístolas como Gálatas
que Pablo se opuso firmemente a un falso evangelio que requería rituales (por
ejemplo, la circuncisión) para la salvación, esa no es la preocupación de Pablo
aquí. Si así fuera, Pablo ciertamente habría condenado a tal persona.
Algo para reflexionar
Parece claro que Pablo prefería que los creyentes débiles
(aquellos dados a rituales y a legalismo) se convirtieran en creyentes fuertes
(aquellos que entienden su libertad en Cristo). Sin embargo, nunca condena a
los débiles; más bien, promueve la unidad. Recordemos esto cada vez que
despreciamos a aquellos que consideramos débiles. Siempre habrá personas en la
iglesia que condenan el alcohol, el baile, las escuelas públicas, etc., y
siempre habrá quienes traten de arreglarlos. Sin embargo, nuestra tarea es
aceptarnos los unos a los otros.