Tolerando peculiaridades cristianas

Romanos 14:2-4: Uno tiene fe en que puede comer de todo, pero el que es débil solo come legumbres. El que come no menosprecie al que no come, y el que no come no juzgue al que come, porque Dios lo ha aceptado. ¿Quién eres tú para juzgar al criado de otro? Para su propio amo está en pie o cae, y en pie se mantendrá, porque poderoso es el Señor para sostenerlo en pie.

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El término "fe" en el v. 1 (gr. pistis) es un sustantivo que se refiere a fe salvadora. Pero en el v. 2, aunque la misma raíz griega está detrás de "fe" en forma verbal (pisteuō), se refiere a las convicciones de uno, no a fe salvadora. Por lo tanto, Pablo no está apuntando a una fe salvadora débil; él se está refiriendo a una fe de reglas hechas por el hombre, o legalismo. Aunque los destinatarios de la carta de Pablo son ciertamente cristianos, algunos tenían dificultad para superar sus antiguas creencias de abstenerse de ciertos alimentos y celebrar ciertos días. En resumen, como dice Douglas Moo: "Son simplemente aquellos que no creen que su fe les permita hacer ciertas cosas que los fuertes se sienten libres de hacer".

Tal vez eran los cristianos judíos de Roma los que tenían dificultad con su libertad en Cristo. Esto tiene sentido, porque en el antiguo pacto de Moisés estos judíos daban observancia a muchos rituales. Pero en el nuevo pacto de Cristo, se eliminaron las restricciones dietéticas (Mc. 7:14-23; Hch. 10:15). Por lo tanto, Pablo se refiere a aquellos que sabían que podían comer cualquier cosa (los fuertes) en contraste con los débiles, aquellos que evitaban algunos alimentos por cualesquiera razones (cf. 1 Cor. 8). Notablemente, Pablo más tarde le advertiría a Timoteo: "el Espíritu dice claramente que en los últimos tiempos algunos apostatarán de la fe, prestando atención a espíritus engañadores… [hombres] prohibiendo casarse y mandando abstenerse de alimentos que Dios ha creado para que con acción de gracias participen de ellos los que creen y que han conocido la verdad" (1 Tim. 4:1-3).

Al igual que muchos cristianos judíos, incluso Pedro tuvo dificultades con su libertad en Cristo. Justo después de comenzar su ministerio apostólico, tenía miedo de comer animales que habían sido declarados ceremonialmente impuros bajo la ley del Antiguo Testamento. Por lo tanto, Dios le dijo a Pedro en tres ocasiones: "Lo que Dios ha limpiado, no lo llames tú impuro… a ningún hombre [llames] … impuro o inmundo" (Hch. 10:15-16, 28). Más tarde, Pablo les dijo a los Gálatas: "a libertad fuisteis llamados; solo que no uséis la libertad como pretexto para la carne, sino servíos por amor los unos a los otros. Porque toda la ley en una palabra se cumple en el precepto: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Pero si os mordéis y os devoráis unos a otros, tened cuidado, no sea que os consumáis unos a otros" (Gál. 5:13-15).

Por lo tanto, en el v. 3, el consejo de Pablo a los fuertes que sí entendían su libertad cristiana era que no "menosprecien" a los que se abstenían de comer carne que, si se compraba en el mercado, se creía que no era kosher, o que era impura. "Menospreciar", o "despreciar" (ESV), conlleva la idea de odio, de considerar a alguien como sin valor. En cuanto a los creyentes débiles que luchaban con el legalismo, Pablo les advirtió que no "juzgaran" a los que no se limitaban a las reglas y regulaciones hechas por el hombre. Este término "juzgar" (gr. krinō) tiene el significado básico de separar o aislar. Esto es lo que los legalistas suelen hacer: aislarse de todos los demás con una postura crítica, creyendo que ellos son más santos que los demás. Por lo tanto, Pablo prohíbe tanto despreciar a los débiles como juzgar a los fuertes. Ambas son actitudes impías hacia creyentes hechos a la imagen de Dios y salvados por la sangre del Cordero.

El v. 4 hace una declaración clara y directa de que los cristianos no deben despreciarse unos a otros en función de sus peculiaridades y convicciones en la forma en que sirven a Cristo. Después de todo, si Dios mismo no da importancia a tales cosas, ¿qué derecho tiene alguien más de juzgar? Anteriormente en Romanos, Pablo hizo el mismo punto: "¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién es el que condena? Cristo Jesús es el que murió, sí, más aún, el que resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros" (8:33-34). Entonces, si Dios no va a juzgar algo, ¿quién es Su pueblo para usurpar lo que solo Él puede hacer?

Algo para reflexionar

A todos los cristianos se les ordena obedecer lo que Cristo ha enseñado (Mt. 28:20). Sin embargo, muchos inventan sus propias reglas y se convierten en legalistas, lo que los hace débiles en la fe. Al prohibir alimentos, bebidas, o acciones que no están prohibidas en la Biblia, se convierten en legalistas si se niegan a que se les enseñe la verdadera libertad que tenemos en Cristo. Sin embargo, en Cristo hemos sido liberados de obras y rituales inútiles. Aunque somos libres de comer y beber lo que queramos, no se nos ha dado la libertad de pecar libremente (cf. 1 Cor. 5). Estamos libres del poder del pecado, por lo que ahora podemos agradar a Dios, buscando glorificarlo, ya sea que nos abstengamos de ciertos alimentos y bebidas, o que tomemos parte de todos los alimentos y bebidas.