Edificando, no destruyendo
Romanos 14:19-23: 19 Así que procuremos lo que contribuye a la paz y a la edificación mutua. 20 No destruyas la obra de Dios por causa de la comida. En realidad, todas las cosas son limpias, pero son malas para el hombre que escandaliza a otro al comer. 21 Es mejor no comer carne, ni beber vino, ni hacer nada en que tu hermano tropiece. 22 La fe que tú tienes, tenla conforme a tu propia convicción delante de Dios. Dichoso el que no se condena a sí mismo en lo que aprueba. 23 Pero el que duda, si come se condena, porque no lo hace por fe; y todo lo que no procede de fe, es pecado.
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El v. 19 resume el asunto con una exhortación a los fuertes
a "procuremos lo que contribuye a la paz y a la edificación mutua".
Esta búsqueda permanente de la paz con los demás cristianos fortalece la
Iglesia que Dios está edificando a diario (cf. 1 Ped. 2:4-8) sobre el
fundamento de Cristo y de los apóstoles (Efe. 2:19-22), concretamente, sobre
sus palabras. Y sus palabras (es decir, las Escrituras) enseñan el amor—sin
dividir ni ofender dentro de las iglesias.
Dado que la Iglesia está siendo literalmente edificada por
Dios (v. 19), los creyentes débiles están siendo añadidos diariamente a través
de la palabra predicada de Dios—tanto entonces como ahora. Por lo tanto, no le
corresponde al hombre "destruir" (gr. kataluō) lo que Dios está
edificando (v. 20). Este término griego es el antónimo de "edificación"
(gr. oikodomē) en el v. 19. ¡Qué trágico que la Iglesia de Cristo sería objeto
de burla y calumnia a través de los comportamientos de cristianos fuertes
simplemente "por causa de la comida"! Aunque es cierto que toda
comida y bebida son aceptables en sí mismas, son "malas" (gr. kakos)
cuando un creyente fuerte hace tropezar a un hermano débil al comer algo que
considera ofensivo.
El v. 21 resume todo el argumento de los vv. 13-23, usando
antónimos que se relacionan con el pasaje anterior. Porque mientras que en el v.
20 era "malo" hacer tropezar al hermano, es "mejor" (gr.
kalos) abstenerse de lo que les hace tropezar. Parece que los creyentes débiles
eran en su mayoría judíos recién convertidos que se habían abstenido durante
mucho tiempo de ciertas carnes, ya sea porque no eran kosher o porque habían
sido sacrificadas a ídolos (cf. 1 Cor. 8). Del mismo modo, el vino, mencionado
por primera vez en el v. 21, se usaba en orgías religiosas paganas. La mera
vista de éstos sin duda traía o bien recuerdos dolorosos de parrandas paganas
para los cristianos gentiles que eran débiles en su fe, o bien temor de comer
algo ofrecido a un ídolo, como en el caso de los judíos.
Aquí de nuevo, en el v. 22, Pablo no usa el término
"fe" en el sentido de la fe cristiana; él mas bien lo usa en
referencia a la creencia con respecto a lo que uno podía y no podía comer o
beber. Por lo tanto, ¡no les está diciendo a los fuertes que se abstengan de
compartir el Evangelio! Del mismo modo, no les está diciendo que nunca hablen
de sus puntos de vista sobre la libertad cristiana. Simplemente les está
diciendo que sean sabios al expresar sus opiniones sobre la libertad cristiana,
cuidando de hacerlo de una manera que no ofenda a los débiles. El fuerte
"aprueba" (gr. dokimazō) sus propias convicciones personales, y se
contenta con la bendición que Dios le ha dado al comprender su libertad en
Cristo. No tiene por qué hacer alarde de ello. Sin embargo, no se debe concluir
que los cristianos pueden hacer lo que les plazca, aprobarlo, y no tener
conciencia de ello. Todos estos comportamientos deben alinearse con la
enseñanza bíblica, no con la opinión personal.
A diferencia de los que actúan con fe, algunos actúan con
dudas en sus mentes (v. 23). Si un creyente débil participaba de algo de lo que
no estaba seguro, estaba actuando pecaminosamente. Ridderbos dice: "Para
un cristiano, no puede ser buena ninguna decisión ni acción que él no piense
que pueda justificar sobre la base de su convicción cristiana y su libertad
ante Dios en Cristo".
Algo para reflexionar
Para los fuertes, es un regalo estar libre del tipo de
escrúpulos que persiguen a los débiles. Sin embargo, nuestra libertad interior
no tiene que ser expresada exteriormente para ser disfrutada. Podemos
disfrutarla interiormente y tener comunión con Dios. Haciendo esto, disfrutamos
de una recompensa mucho mayor. ¡Así que, no ofendas!