Nos gloriamos en Cristo, no en nosotros

Romanos 15:17-21: 17 Por tanto, en Cristo Jesús he hallado razón para gloriarme en las cosas que se refieren a Dios. 18 Porque no me atreveré a hablar de nada sino de lo que Cristo ha hecho por medio de mí para la obediencia de los gentiles, en palabra y en obra, 19 con el poder de señales y prodigios, en el poder del Espíritu de Dios; de manera que desde Jerusalén y por los alrededores hasta el Ilírico he predicado en toda su plenitud el evangelio de Cristo. 20 De esta manera me esforcé en anunciar el evangelio, no donde Cristo ya era conocido, para no edificar sobre el fundamento de otro; 21 sino como está escrito: Aquellos a quienes nunca les fue anunciado acerca de Él, verán, y los que no han oído, entenderán.

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Pablo reconoció que Dios estaba obrando a través de él, y mientras reflexionaba sobre su ministerio—la gracia que le fue dada (v. 15), él solo se gloriaría en lo que Dios estaba haciendo a través de él. Él no se atribuyó el mérito de su obra, sino que le dio el crédito a Dios (cf. 1 Cor. 1:31; 2 Cor. 10:17). Así como el pincel instrumental en la mano de Miguel Ángel no puede atribuirse el mérito de las pinturas de la Capilla Sixtina, tampoco Pablo se atribuiría el mérito de su trabajo; él era simplemente el instrumento de Dios para la obra de Dios.

En segundo lugar, Pablo recalcó que su meta era enseñar la obediencia al Señor. Después de todo, esta era su tarea como apóstol: "hemos recibido la gracia y el apostolado para promover la obediencia a la fe entre todos los gentiles, por amor a su nombre" (Rom. 1:5). Predicar la obediencia a Cristo era parte integral de su ministerio, porque sin obediencia no hay salvación. Por lo tanto, Pablo abrió su epístola afirmando esto, y la cerró de la misma manera (16:26). Porque la fe sin obras es fe muerta (Stg. 2:17).

En tercer lugar, Pablo enfatiza su propia integridad personal al ministrar "en palabra y en obra". Pablo no era perfecto, pero uno no tiene que ser perfecto para vivir obedientemente. La verdad es que la vida de Pablo fue totalmente constante con su mensaje, desprovista de hipocresía o vanidad. Aunque es determinado y seguro con sus palabras, cada vez que escribe lo hace bajo convicción e inspiración del Espíritu.

Cuarto, en el v. 19 el ministerio de Pablo estuvo acompañado "con el poder de señales y prodigios, en el poder del Espíritu de Dios". Al igual que todos los apóstoles, Pablo tenía dones apostólicos (cf. 2 Cor. 12:12); sus dones obraban para validar su oficio como apóstol. Sin embargo, la mejor evidencia de los dones de Pablo eran las innumerables conversiones de los gentiles a la fe en Cristo a través de su predicación.

Nótese también, en quinto lugar, que Pablo tuvo un ministerio meticuloso, porque predicó el evangelio de Jesucristo "desde Jerusalén y por los alrededores hasta el Ilírico"—¡una distancia de unas 1400 millas!  Así, Pablo predicó desde el extremo sureste de Jerusalén hasta Asia Menor, Macedonia, Grecia, e incluso hasta el Ilírico (actual Albania). Aunque Hechos no registra su ida a Ilírico, tal vez se aventuró allí durante su viaje de forma no directa de Éfeso a Corinto, en su tercer viaje de predicación (Hch. 20:1-2). Y después de todos esos viajes, pudo decir al final de su vida: "He peleado la buena batalla, he terminado la carrera, he guardado la fe" (2 Tim. 4:7).

En el v. 20 Pablo revela que fue su objetivo todo el tiempo predicar el evangelio en lugares donde nunca se había predicado. Como evangelista pionero, él plantó semillas espirituales y esperó a que otros las riegaran (cf. 1 Cor. 3:6). Para justificar sus acciones, citó Isaías 52:15 (en la LXX), que no solo justifica su decisión de no edificar sobre el fundamento de otro, sino que está en conformidad con el contenido del evangelio y las personas a las que llegará, es decir, los gentiles.

Algo para reflexionar

¿Puedes imaginar a un cristiano, o a una iglesia, que se gloría solo en lo que Cristo está haciendo a través de su pastor y congregación? El que no es hipócrita habla sólo de lo que Cristo ha hecho a través de él para simplemente conducir a otros a la obediencia a Dios. Tal persona permanece fiel hasta el final de su vida, cumpliendo su misión sin ningún remordimiento. Así que con todos los predicadores célebres y cantantes famosos ahí afuera hoy en día que están siendo expuestos como fraudes, tenemos que hacerle frente y ser la excepción.