¿Ofender a los demás es un pecado?

1 Corintios 8:7-13:  7...algunos, estando acostumbrados al ídolo hasta ahora, comen alimento como si este fuera sacrificado a un ídolo; y su conciencia, siendo débil, se mancha… 12 Y así, al pecar contra los hermanos y herir su conciencia cuando esta es débil, pecáis contra Cristo. 13 Por consiguiente, si la comida hace que mi hermano tropiece, no comeré carne jamás, para no hacer tropezar a mi hermano.

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El conocimiento apropiado de Dios significa hacer todas las cosas para Dios, en lugar de ejercer la libertad cristiana solo porque Dios lo permite. La otra mitad de la ecuación es el amor a Dios—servirle fielmente en lugar de nuestros propios apetitos, caprichos, y deseos.

Pablo habla de un grupo de personas, en el v. 7, que se habían convertido al cristianismo después de una vida de adoración de ídolos. Estas personas estaban "acostumbrados al ídolo hasta ahora". Al parecer, compraban y comían la misma carne que otros cristianos compraban y comían en el mercado. La única diferencia es que estos antiguos adoradores de ídolos no estaban muy seguros de si lo que estaban haciendo era correcto. Antes de su conversión a Cristo, seguramente habían participado en ofrecer su alimento a ídolos, pero ahora, después de haber sido salvados de esa vida, observaban a los cristianos comer la misma carne sin vacilación. La libertad que estos cristianos practicaban los confundía. Pablo dice que "su conciencia, siendo débil, se mancha". Observaban a otros cristianos comer sin sentirse culpables, así que pensaron que ellos también podían. Sin embargo, al hacerlo, simplemente no se sentían bien al respecto. Y a causa de sus dudas, estaban pecando, porque el que actúa sin plena fe en lo que está haciendo, peca (Rom. 14:23).

Así que en el v. 8 Pablo dice que la comida no es nada. Ni acerca al hombre a Dios ni lo separa de Dios. El hombre no es mejor espiritualmente por comer alimentos, ni peor por no hacerlo. Aquellos que le dan mucha importancia a comer ciertos alimentos en ciertos días de la semana, aquellos que promueven el vegetarianismo, y aquellos que juzgan a otros por comer o no comer, son, por lo tanto, creyentes "débiles".

En los vv. 8-11 Pablo dice: "Pero la comida no nos recomendará a Dios, pues ni somos menos si no comemos, ni somos más si comemos. Mas tened cuidado, no sea que esta vuestra libertad de alguna manera se convierta en piedra de tropiezo para el débil. Porque si alguno te ve a ti, que tienes conocimiento, sentado a la mesa en un templo de ídolos, ¿no será estimulada su conciencia, si él es débil, a comer lo sacrificado a los ídolos? Y por tu conocimiento se perderá el que es débil...".

El v. 12 es claro cuando dice que esta práctica es nada menos que pecado contra Cristo, y la conclusión de todo el asunto se encuentra en el v. 13. Si hacer algo hace que otro hermano cristiano peque, esa práctica debe cesar. Por lo tanto, no era que comer la carne fuera pecaminoso; lo pecaminoso era comer la carne que otros consideraban ofensiva.

Algo para reflexionar

Hoy en día hay muchos que crecieron en el catolicismo donde comer carne los viernes se considera un pecado. A otros se les ha impedido comer carne siempre, y todavía hay algunos que desaprueban la práctica no kosher de combinar queso con carne. Aunque el Nuevo Testamento dice claramente que todos los alimentos son aceptables a Dios (Mc. 7:19; Hch. 10:15), los cristianos deben tener cuidado de no ofender a aquellos que todavía cumplen con las regulaciones alimentarias. No debemos ni juzgarlos ni predicarles. Del mismo modo, debemos tener cuidado con aquellos que fueron salvados de la vida rocanrolera de abuso de drogas y alcohol, fiestas salvajes, y cosas por el estilo. Desde escuchar ciertos géneros musicales hasta participar en Halloween o búsquedas de huevos de Pascua, debemos estar atentos a aquellos que se ofenden por estas prácticas, y no despreciarlos por ello. Algunos han sido profundamente heridos y afectados negativamente en sus vidas anteriores de abuso de drogas y participación en el ocultismo. Nuestras acciones no deben recordarles su pasado. En pocas palabras, la libertad cristiana no es una licencia para pecar; es la libertad de no pecar.