Ezequiel 36:16-19 --- El futuro de Israel, Parte 1
Ezequiel 36:16-19: 16 Entonces vino a mí [Ezequiel] la palabra del Señor, diciendo: 17 Hijo de hombre, cuando la casa de Israel habitaba en su propia tierra, ellos mismos la contaminaron con su conducta y con sus obras; como la impureza de una mujer en su menstruación fue su conducta delante de mí. 18 Por tanto, derramé mi furor sobre ellos por la sangre que habían derramado sobre la tierra y por haberla contaminado con sus ídolos. 19 Los esparcí entre las naciones y fueron dispersados por las tierras. Conforme a sus caminos y a sus obras los juzgué.
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La profecía de Ezequiel, escrita alrededor del año 580 a. C.
mientras los judíos vivían en el exilio babilónico, deja claro por qué Dios
estaba castigando a Su pueblo elegido: ¡eran un pueblo desobediente! En lugar
de adorar a Dios, iban tras ídolos; en lugar de destacarse del mundo, se
parecían al mundo. A pesar de que Dios providencialmente los había colocado en
Su tierra especial, la tierra que mana leche y miel, ellos la profanaron como
un flujo menstrual que dejaba a una mujer ceremonialmente impura, haciéndola
profanar todo lo que tocaba (cf. Lev.
15:19-23). ¿Cómo hizo esto Israel? A través del derramamiento de sangre y
la idolatría (cf. Ezeq.
33:25). Entonces, Dios los sacó de Su tierra especial que profanaron,
esparciéndolos entre las naciones donde también profanaron el santo nombre de
Dios (19-20).
A pesar de esto, Dios todavía tuvo "compasión" por Su pueblo,
recordando Su pacto eterno con Abraham el padre de ellos (cf. Gen.
12-13; 15; 17; 22).
Dado que las naciones circundantes veían al Dios de Israel a
través de su comportamiento y el consiguiente trato que Él les daba, la
reputación de Dios estaba en juego. Israel, sin la disciplina de Dios, haría
que Dios pareciera como si no le importara su pecado. Por lo tanto, Dios
disciplinó a Israel, humillándolos. No obstante, Dios no rechazó completamente a
Su pueblo, a quien escogió. De hecho, Él prometió "vindicar la
santidad" de Su gran nombre, que había sido profanado por Israel (v.
23). ¿Cómo lo haría? Reuniendo a Su pueblo disperso y devolviéndolo a su
tierra—la Tierra Prometida (v.
24). Entonces las naciones sabrán que Yahweh es Dios (v.
23), porque Dios habrá demostrado tanto Su disciplina como Su gracia a Su
pueblo elegido.
Esta promesa de Dios, sin embargo, solo se cumplió
parcialmente cuando Él llevó a Israel de regreso a su tierra después de 70 años
de cautiverio en Babilonia (cf. Jer.
25:12; 29:10;
Dan.
9:2). Esto es lo que Dios finalmente hará por la nación de Israel en el
futuro:
Entonces os rociaré con agua limpia y quedaréis limpios; de
todas vuestras inmundicias y de todos vuestros ídolos os limpiaré. Además, os
daré un corazón nuevo y pondré un espíritu nuevo dentro de vosotros; quitaré de
vuestra carne el corazón de piedra y os daré un corazón de carne. Pondré dentro
de vosotros mi espíritu y haré que andéis en mis estatutos, y que cumpláis
cuidadosamente mis ordenanzas. Habitaréis en la tierra que di a vuestros
padres; y seréis mi pueblo y yo seré vuestro Dios. Os libraré de todas vuestras
inmundicias; llamaré al trigo y lo multiplicaré, y no traeré hambre sobre
vosotros. Y multiplicaré el fruto de los árboles y el producto del campo, para
que no recibáis más el oprobio del hambre entre las naciones." (36:25-30).
Notar todas las declaraciones de Dios ejecutando la acción con
el pronombre personal en forma implícita "Yo…", haciendo lo que Él
hace por causa de Su nombre: "Y las naciones que quedan a vuestro
alrededor sabrán que yo, el Señor, he reedificado los lugares en ruinas y
plantado lo que estaba desolado; yo, el Señor, he hablado y lo haré"
(36:36).
Nótese el rociado con agua limpia, en el v. 25, sobre
Israel. Esto, por supuesto, no es bautismo en agua; más bien, representa el
agua en un sentido espiritual, purificando de la contaminación ceremonial (cf. Lev.
15:21-22; Núm.
19:17-19). Dado que el pecado de Israel era como la impureza ceremonial de
la menstruación (36:17),
su purificación se compara con el acto ceremonial de la purificación del agua.
En resumen, Dios un día purificará a Israel de sus pecados cuando reciba a su
Mesías y "nazca de nuevo" (Jn.
3:3, 5). Jeremías llamó a esta obra de Dios el "nuevo pacto" (Jer.
31:31-33). Cuando se cumpla el nuevo pacto, habiendo sido inaugurado por
Cristo, Israel será completamente restaurado a su tierra, que será como el Edén
(v.
35), gobernada por su Mesías previamente rechazado: Jesús de Nazaret.
Entonces, y solo entonces, todos sabrán que Yahweh es Dios, que Jesús de
Nazaret es Yahweh mismo (v.
38).
Algo para reflexionar