Salmo 13:1-2 --- ¿Hasta cuándo, oh Señor?

Salmo 13:1-2: Para el director del coro. Salmo de David. ¿Hasta cuándo, oh Señor? ¿Me olvidarás para siempre? ¿Hasta cuándo esconderás de mí tu rostro? ¿Hasta cuándo he de tomar consejo en mi alma, teniendo pesar en mi corazón todo el día? ¿Hasta cuándo mi enemigo se enaltecerá sobre mí?

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Este salmo es "para el director del coro", un participio verbal en hebreo, que se refiere a un supervisor de un grupo de personas. En este caso sería el supervisor de la música que se tocaba en el tabernáculo. Por lo tanto, esta es una canción para ser cantada—un salmo profundamente emotivo que revela la soledad del escritor, el dolor de las pruebas prolongadas, y la confusión en cuanto a por qué Dios no ha cambiado sus circunstancias. Cuatro veces David clama a Dios en los dos primeros versículos, preguntando: "¿Hasta cuándo?" Él llama a Dios "Yahweh" (que en español significa Señor)—el nombre personal de Dios, lo que demuestra que su relación con Dios era familiar y amistosa. Claramente, el salmista, mucho antes de que se escribiera la epístola de Hebreos, sabía acercarse con confianza al trono de la gracia para encontrar ayuda en su tiempo de necesidad (Heb. 4:16).

El salmista aquí es David, abatido, clamando a Dios y preguntando cuánto tiempo más iba a sufrir. Esto indica que no había experimentado recientemente la sensación de abandono, sino que la había soportado durante un período prolongado. Notar también que no acusó a Dios de abandonarlo per se. Pero su estado prolongado sí revela que está al final de sus fuerzas.

Nótese cuatro causas de depresión en los vv. 1-2. Primero, la sensación de haber sido olvidado. Un rápido repaso de la vida de David en 1-2 Samuel muestra por qué. En un momento dado, fue perseguido sin piedad por el rey Saúl, que quería matarlo. Se escondió en cuevas, vagando por todo Israel, tratando de eludir a Saúl. Un día estaba disfrutando de su esposa (Mical) y de su estrecha amistad con Jonatán, y al día siguiente no tenía a nadie. Su esposa le fue arrebatada, y Jonatán murió más tarde en batalla. Es posible que el salmo haya tenido en mente otras ocasiones, cualquiera de las cuales también podría haber inspirado el Salmo 13.

En segundo lugar, David se quejó de que Dios le había ocultado su rostro. Cuatrocientos años antes, Dios había ordenado a Moisés y Aarón que bendijeran a Israel, y una de las bendiciones fue que el "rostro" de Dios resplandecería sobre ellos (Núm. 6:25). Que Dios apartara Su rostro implicaba el fin de las bendiciones. Esto es lo que sucedió cuando Dios Padre abandonó a Dios Hijo (Mc. 15:34), cuando Jesús se convirtió en una maldición a favor del hombre (Gál. 3:13). Que Dios apartara Su rostro de Su pueblo era algo que había que temer, y las palabras de David revelan ese temor.

En tercer lugar, David se lamentó de tener que "tomar consejo" en su alma todo el día. Esto significaba que se quedaba solo con sus pensamientos—sintiéndose solo, temeroso, e incluso afligido. Añádase a esto que sentía que Dios lo había abandonado. Por lo tanto, se desesperaba de los horrores de estar solo y tener que soportar su dolor día tras día, noche tras noche. Parece haberlo agotado.

Finalmente, David le preguntó a Dios: "¿Hasta cuándo mi enemigo se enaltecerá sobre mí?". Lo que pudo haber confundido a David fue el hecho de que el profeta Samuel lo había ungido anteriormente como el próximo rey de Israel (1 Sam. 16:12-13). Sin embargo, Dios estaba permitiendo que el rey Saúl lo oprimiera y fuera exaltado sobre él. Aunque David pudo haber esperado crecer en poder, Dios lo estaba humillando al convertirlo en un refugiado. Pero así es como Dios moldea y hace a los hombres conforme a Su propio corazón. Él los humilla, los quebranta, y los derriba para luego poder exaltarlos. Así era la vida de David.

Algo para reflexionar

A. W. Tozer dijo: "Es dudoso que Dios bendiga grandemente a un hombre hasta que no lo haya herido profundamente". Las cosas cambian con el tiempo, pero una cosa que nunca ha cambiado es el plan de Dios de hacer sufrir a Su pueblo para moldearlos según Su voluntad. Podemos exclamar: "¡Hasta cuándo, oh Señor!", esperando la liberación (cf. Ap. 6:10) mientras nos sentimos completamente abandonados por Dios. Pero debes saber esto: nuestros sentimientos de abandono son solo sentimientos, y los sentimientos a menudo nos traicionan. La verdad es que Jesús prometió que Él estaría con nosotros siempre, incluso hasta el fin de los tiempos (Mt. 28:20).