Salmo 32:1-2 --- Arrepentimiento para perdón

Salmo 32:1-2: Salmo de David. Masquil. ¡Cuán bienaventurado es aquel cuya transgresión es perdonada, cuyo pecado es cubierto! ¡Cuán bienaventurado es el hombre a quien el Señor no culpa de iniquidad, y en cuyo espíritu no hay engaño!

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El rey David fue rey de Israel desde el año 1010 hasta el 970 a. C. Era un hombre piadoso en el sentido de que buscaba al Señor y lo seguía, aunque no todo el tiempo. Aunque fiel, David también actuó infielmente, y Dios registró sus pecados en las Escrituras para que todos los leyeran. Entre sus pecados estaba su relación adúltera con una mujer llamada Betsabé en 2 Samuel 11. Además de su adulterio, David mandó matar al marido de Betsabé para poder tenerla para sí mismo y justificar el hijo que ella había concebido con él. Habiéndose apartado de la comunión con Dios durante ese tiempo, su pecado pesando fuertemente sobre él, David finalmente confesó y se arrepintió. Luego escribió el Salmo 51. Después de que las aguas se calmaran con respecto a esos acontecimientos, y que pudo reflexionar sobre su desastre en medio de ese momento difícil de su vida, él escribió el Salmo 32 sobre el perdón de Dios.

Lo que David escribió fue un "Masquil" (cf. Salmos 6, 38, 51, 102, 130 y 143). La palabra misma se inclina hacia el significado de "tener entendimiento", o tal vez "el dar instrucción". Por lo tanto, este salmo fue escrito para equipar a sus lectores con sabiduría y entendimiento durante nuestras diversas pruebas de la vida. El Apóstol Pablo ciertamente creyó esto, citando el Salmo 32:1-2 en Romanos 4:7-8 para probar que la justificación (ser declarado justo por Dios) es solo por la gracia de Dios por medio de la fe solamente en Jesucristo solamente. Por lo tanto, Pablo vinculó el testimonio de David de la gracia de Dios con la experiencia de Abraham, quien simplemente creyó en Dios (es decir, tuvo fe) y fue justificado (Gén. 15:6).

David comienza declarando "Cuán bienaventurado" son los perdonados. El término "bienaventurado" a veces se traduce como "feliz" o "gozoso", pero básicamente significa "satisfecho". El hecho de que "bienaventurado" sea plural significa que los perdonados son felices y gozosos una y otra vez; están plenamente satisfechos con la obra de perdón de Dios. La palabra hebrea para "perdonada" significa literalmente "quitar de encima" o "llevarse". Como una carga sobre la espalda de uno que presiona su cuerpo y abruma sus fuerzas, a aquellos que son perdonados se les "quita" su carga y se les alivia, se les quita de encima.

Sin embargo, la carga para David no era una pesada carga física en su espalda, sino tener que cargar con la culpa de su propia "transgresión". Este término hebreo no significa pecado ignorante, sino desafío a la autoridad; rebelión flagrante. Esto significa que David sabía que no había pecado contra Dios accidentalmente, sino que lo había hecho a sabiendas. Sin embargo, una vez que fue perdonado, sintió que su carga se había liberado, su "pecado... cubierto". Esta frase es el uso que hace David de paralelismo sinónimo, indicativo de la poesía de los Salmos, ya que simplemente repite lo que ya se ha dicho. Porque después de haber confesado y haberse arrepentido de su pecado, fue libre, y disfrutó de "felicidad muchas veces".

El v. 2 es sinónimo del v. 1, que afirma que una persona es bienaventurada muchas veces cuando Dios no "culpa de iniquidad". "Culpar" significa "llevar la cuenta de" como un contador con una hoja de cálculo. Del mismo modo, "iniquidad" se refiere al castigo que le espera a los que cometen transgresiones. En otras palabras, aquellos cuyas transgresiones merecen un castigo justo, pero que han sido perdonados por el Señor Soberano, son bienaventurados una y otra vez. Luego Dios no guarda rencor, no teniendo ningún registro del pecado. El perdonado ahora tiene un espíritu en el cual "no hay engaño", que no tiene que mentirse a sí mismo diciendo que tiene un buen corazón y buenas intenciones a pesar de sus pecados. Por el contrario, su bienaventuranza proviene de haber sido perdonado por el Dios al que ofendió. La NTV lo expresa de manera tan hermosa: "Sí, ¡qué alegría para aquellos a quienes el Señor les borró la culpa de su cuenta, los que llevan una vida de total transparencia!"

Algo para reflexionar

Hoy, no busques la felicidad temporal de una buena salud, una gran riqueza, o que tu equipo de béisbol favorito gane su juego. La verdadera felicidad, la bienaventuranza, nunca desaparece porque no se basa en las cosas de este mundo. La verdadera felicidad proviene de una relación personal con Dios, con Jesucristo, quien perdona todas las malas acciones de aquellos que ponen su fe solo en Él. San Agustín creía que el principio del conocimiento es "saberse uno mismo como pecador". ¿Estás llevando una carga hoy, una carga que te incapacita por un pecado que cometiste contra Dios, contra ti mismo, o contra un amigo? ¿Lo reconoces como pecado? Si es así, confiésalo y arrepiéntete de ello. Pídele humildemente a Dios que te perdone, recibe el alivio del perdón. ¡Luego celebra la verdadera bienaventuranza!