Salmo 32:8-11 --- El gozo es solo para los justos
Salmo 32:8-11: 8 Yo te haré saber y te enseñaré el camino en que debes andar; te aconsejaré con mis ojos puestos en ti. 9 No seas como el caballo o como el mulo, que no tienen entendimiento; cuyos arreos incluyen brida y freno para sujetarlos, porque si no, no se acercan a ti. 10 Muchos son los dolores del impío, pero al que confía en el Señor, la misericordia lo rodeará. 11 Alegraos en el Señor y regocijaos, justos; dad voces de júbilo, todos los rectos de corazón.
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Aunque es
posible que Dios mismo comience a hablar en los vv. 8-11, indicado por la LBLA,
también es posible que David asuma el papel de maestro en el v. 8 para hacerte
“saber". Si es lo último, entonces este pronombre singular representa a
David hablando a cada individuo que lee este salmo. Puesto que tiene la
experiencia de haber llevado la carga del pecado hasta el punto en que
realmente afectó su cuerpo físico, ahora está calificado para ayudar a aquellos
que están en el mismo aprieto. Con la mirada puesta en sus aprendices, David
desea enseñarles desde su propia experiencia y sabiduría.
Sabiendo
que el pueblo de Dios no es como el caballo o el mulo, que "no tienen
entendimiento" (lit. están "más allá de la enseñanza")—animales
obstinados que necesitan brida y freno para ser controlados, David nos exhorta
a evitar la terquedad que nos impide confesar nuestros pecados. En lugar
de ser orgulloso, como lo era él, el ojo de David está puesto en sus aprendices
para que nunca hagan lo que él hizo, guardando pecados en secreto. Lo que lo
estaba destruyendo a él, también destruirá a los que hacen lo mismo. Aquellos
que se niegan a confesar y arrepentirse del pecado se odian a sí mismos, en el
sentido de que eligen lastimarse a sí mismos y demostrar que están sin entienden,
al igual que el caballo o el mulo.
El v. 10
habla de los problemas a los que se enfrentan los impíos. "Impíos" se
refiere a todos los que rechazan a Dios para vivir en pecado. No es una palabra
exclusiva para los Adolfo Hitler del mundo, sino para cualquiera que rechace a
Dios y el perdón que Él concede a través de Su Hijo Jesucristo. Los que
rechazan a Dios son impíos/malvados, y sus dolores son muchos. "Dolores"
es una palabra en hebreo que denota no solo dolor físico sino también angustia
mental. Por otro lado, el que confía en el Señor tiene la
"misericordia" de Dios (heb. hesed) que lo "rodeará".
Dado que el término "rodear" se usa en el Antiguo Testamento para reflejar
un ejército que rodea, aquellos que confían en el Señor tienen Su amor leal
rodeándolos como un muro protector que no se puede escalar—un muro exclusivo
para aquellos que confían en el Señor.