Juan 10:26-30 --- La seguridad eterna del cristiano
Juan 10:26-30: 26 Pero vosotros no creéis porque no sois de mis ovejas. 27 Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco y me siguen; 28 y yo les doy vida eterna y jamás perecerán, y nadie las arrebatará de mi mano. 29 Mi Padre que me las dio es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano del Padre. 30 Yo y el Padre somos uno.
Al igual que Jesús había hecho en otro lugar con las
autoridades judías, les dijo por qué lo rechazaban como el Mesías: no eran Sus
ovejas (cf. 5:40;
6:37, 39, 44, 65; 8:44, 47). Como Jesús había dicho anteriormente en 10:3-5,
Sus propias ovejas escuchan Su voz porque Él es su Pastor. Jesús incluso
enfatizó la palabra "Mis" en el v. 27 para distinguir Sus propias
ovejas de las ovejas de los falsos pastores. Notar tres cosas sobre las ovejas
de Jesús en el v. 27: oyen la voz de Jesús, son conocidas por Jesús, y siguen a
Jesús. Todos los verbos están en tiempo presente, lo que habla de oír, conocer,
y seguir continuos. Otros pueden afirmar que son ovejas en el pasto de Cristo,
por así decirlo, pero Sus verdaderas ovejas son conocidas por sus acciones. Y
aunque Jesús "conoce" a todas las personas, tiene un conocimiento
especial de Sus propias ovejas. Como dijo Jesús, ellas son "Mis
ovejas..."
En el v. 28, Jesús profundiza acerca de los privilegios que Sus
ovejas disfrutan. Primero, Jesús les da vida eterna. Nótese nuevamente
el tiempo presente continuo de lo que Jesús da continuamente a Sus ovejas: vida.
En segundo lugar, la declaración aposicional que sigue en el texto griego es
enfática cuando dice: "jamás perecerán", usando una doble negación
griega ("no, no") que muestra la pasión que Jesús probablemente
mostró al enseñar esto. En tercer lugar, para agregar aún más énfasis, Jesús
dijo: "nadie las arrebatará de mi mano" (es decir, se las robará). No
se encontrará una enseñanza más enfática sobre la doctrina de la seguridad
eterna en Cristo que aquí. Por lo tanto, negar la seguridad eterna en Cristo es
oponerse a Dios y llamarlo mentiroso, como lo hacen todos los falsos maestros.
En el v. 29, Jesús habla de Sus ovejas como aquellas que
Dios Padre le "dio". El verbo en tiempo perfecto apunta a un evento
pasado en el que Dios le dio estas ovejas (personas) a Jesús. También apunta a
resultados en curso. En otras palabras, cuando Dios le dio estas ovejas a Su
Hijo, no fue un regalo para ser guardado y olvidado como a veces lo son los
regalos. Más bien, el regalo de Dios a Su hijo—Sus ovejas elegidas—es el regalo
que sigue dando. Reflexionando sobre enseñanza anterior, el Padre da los Escogidos
al Hijo (6:37),
los trae al Hijo (6:44),
y les concede la salvación (6:65)
cuando vienen a Jesús en fe. Dado que es el Padre quien orquesta todo el
proceso, y dado que Él es "mayor que todos", nadie puede robarle los
hijos elegidos de Dios, ni de Su mano ni de la mano de Su Hijo, porque son uno
(v. 30). Por lo tanto, todas las ovejas verdaderas de Cristo están seguras para
la eternidad.
En el v. 30, Jesús dice de Su alianza con el Padre que le
dio Sus ovejas: "Yo y el Padre somos uno". Lo que esto significa es
que el Hijo y el Padre comprenden el Dios Único, junto con el Espíritu. En el
texto griego, "uno" es neutro, no masculino, lo que significa que
Jesús no es uno en Su persona con el Padre, sino uno en naturaleza... distintos
en su persona, pero uno en su especie o tipo. Ambos, sin embargo, trabajan para
proteger a las ovejas que son conocidas por su lealtad al Pastor.
Quizás la razón por la que ovejas es el término aplicado a
los cristianos es que las ovejas se entregan a su Pastor. Estos humanos, como
ha dicho Calvino, han sido cambiados de la ferocidad de su naturaleza salvaje
(pecaminosa), a ovejas apacibles, obedientes, y enseñables. Como enseñó Pablo,
estas ovejas tenían que primero ser conocidas por Dios (Gál.
4:9) antes de que pudieran conocer al Dios que las trajo a Cristo. Éstas se
distinguen de los lobos que actúan como ovejas, los cuales apartan la mirada de
Dios, porque son evidentes en que se niegan a someterse a Jesús, quien es el
Buen Pastor—Dios encarnado.
Algo para reflexionar