Salmo 91:5-13 --- Las promesas de protección de Dios
Salmo 91:5-13: 5 No temerás el terror de la noche, ni la flecha que vuela de día, 6 ni la pestilencia que anda en tinieblas, ni la destrucción que hace estragos en medio del día. 7 Aunque caigan mil a tu lado y diez mil a tu diestra, a ti no se acercará. 8 Con tus ojos mirarás y verás la paga de los impíos. 9 Porque has puesto al Señor, que es mi refugio, al Altísimo, por tu habitación. 10 No te sucederá ningún mal, ni plaga se acercará a tu morada. 11 Pues Él dará órdenes a sus ángeles acerca de ti, para que te guarden en todos tus caminos. 12 En sus manos te llevarán, para que tu pie no tropiece en piedra. 13 Sobre el león y la cobra pisarás; hollarás al cachorro de león y a la serpiente.
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Quizás la característica más notable en los vv. 5-13 es el
uso que hace el salmista, incluso implícitamente, del "tú/ti/te"
(pronombre), y del "tu/tus" (adjetivo posesivo) a lo largo del
párrafo. La LBLA enumera, incluso implícitamente, "tú/ti/te" diez
veces, y "tu/tus" siete veces. Podría ser simplemente la forma en que
el salmista enfatiza que estas verdades son para todo individuo que ama a Dios.
En otras palabras, para aquellos que "habitan al abrigo del Altísimo"
(v. 1), las promesas de Dios—Su fidelidad como un escudo y un muro protector
(v. 4)—son ciertas.
Entonces, ¿cuáles son las promesas de Dios aquí? A primera
vista, parece que si uno busca al Señor Dios con todo su corazón y confía
únicamente en Él, ¡nunca sufrirá! Pero esto no es lo que dice el salmista,
porque Dios nunca ha prometido esto a Su pueblo. No obstante, notamos que
aquellos que se refugian en Dios aparentemente están protegidos tanto de día
como de noche—del "terror de la noche", es decir, del mal que acecha
en la oscuridad, y de la invisible "flecha que vuela de día". Además,
la "pestilencia", o plaga, que "anda" en tinieblas, y la
"destrucción" que viene al mediodía, aparentemente nunca deben ser
temidas por el pueblo de Dios. Pero, ¿puede ser esto cierto a la luz del hecho
de que las personas piadosas dentro de la Biblia misma, y en cada generación
desde entonces, han sufrido a manos de personas malvadas y/o han sido víctimas
de diversas enfermedades y plagas?
En el v. 7, el salmista describe un campo de batalla con
guerreros muriendo a diestra y siniestra—mil cayendo a un lado y diez mil
cayendo al otro lado. "A ti no se acercará. Con tus ojos mirarás y verás
la paga de los impíos" (v. 8). ¿Por qué? El v. 9 parece decir que mientras
todos los demás mueren justamente en la batalla, el que mora bajo la protección
de Dios a través de la fe y la obediencia será salvado tanto de la muerte como
de la plaga (vv. 9-10). Sin embargo, una vez más, esto no se ilustra en la
Biblia, porque desde Abel hasta Job, José, Moisés, Jesús, y Pablo, personas
inocentes y piadosas sufren y/o mueren a manos de los malvados. El punto del
salmista claramente se refiere al juicio final de Dios sobre los pecadores. En
el día del juicio, miles caerán a nuestro alrededor, pero los protegidos por la
fe en Jesucristo no sufrirán ni por un momento.
En los vv. 11-12, el salmista dice que Dios ordena a los
ángeles que guarden a los justos de los impíos, incluso para evitar que golpeen
su pie contra una piedra. Este mismo pasaje es citado por Satanás en sus
esfuerzos fallidos por tentar a Jesús a pecar saltando del pináculo del templo
para probar y ver si Dios enviaría a Sus ángeles para protegerlo (Mt.
4:5-6; Lc. 4:9-11). Jesús, sin embargo, citó Deuteronomio 6:16 que dice:
"No tentaréis al Señor vuestro Dios". Ahora bien, un pasaje no niega
el otro, porque podemos creer lo que Dios ha prometido como se nos dice en el
Salmo 91, pero las promesas de Dios deben ser confiadas, no puestas a prueba.
La promesa final que se encuentra en el v. 13 afirma que
aquellos que confían en el Señor Dios, "sobre el león y la cobra pisarás",
pisoteándolos hasta la muerte. Estos términos son a menudo símbolos de hombres
malvados en el Antiguo Testamento (cf. 58:3-6),
cuyas bocas arrojan veneno y se asemejan a los dientes de los leones (cf. Deut.
32:33). El león y la serpiente también representan al diablo mismo (1
Ped. 5:8; Ap. 12:9; 20:2). Cuando Jesús les dio a Sus discípulos autoridad
para pisotear serpientes (Lc.
10:19-20), fue para reprimir el mal, revelando que la palabra de Dios
hablada a través de Su pueblo siempre prevalece contra el diablo y sus
seguidores.
Algo para reflexionar