Hebreos 2:3b-4 --- ¿Señales, prodigios y milagros hoy en día?
Hebreos 2:3b-4: 3 …La cual, después que fue anunciada primeramente por medio del Señor, nos fue confirmada por los que oyeron, 4 testificando Dios juntamente con ellos, tanto por señales como por prodigios, y por diversos milagros y por dones del Espíritu Santo según su propia voluntad.
El "la
cual" en el v. 3 es la "salvación tan grande" a la que se
refirió anteriormente el autor de Hebreos. Este evangelio, como también se le
conoce, fue "anunciado primeramente por medio del Señor", es decir,
el evangelio de salvación vino al mundo a través de la boca y el ministerio de
Jesús de Nazaret—el
Mesías judío, o Cristo. Él es el “Señor", Dios en carne humana (cf. Jn.
1:1-3, 14). En su introducción a la epístola, el autor dice que el Señor
Jesús es superior a todos como Hijo de Dios, el Heredero de todas las cosas, el
Creador y Sustentador del universo, el resplandor de la gloria de Dios, y la expresión
exacta de Su ser, el Purificador de los pecados, y el Redentor/Rey de la
humanidad sentado a la diestra de Dios Padre (Heb.
1:1-3). Es Él quien reveló "una salvación tan grande", ofrecida a
todos sin costo, a ser recibida solo por fe en Cristo solamente.
Después de
que la salvación tan grande, o evangelio, fuera predicada por el Señor
Jesucristo, dice el autor que "nos fue confirmado por los que oyeron"
(v. 3). Esto significa que el autor ("nosotros") escuchó el evangelio
no a través de Jesús de primera mano, sino a través de "los que oyeron"
a Jesús hablar el evangelio, es decir, a través de Sus discípulos. Por lo
tanto, el autor de Hebreos era un cristiano de segunda generación, su fe
"confirmada" por aquellos que fueron testigos de Cristo de primera
mano. "Confirmar" (gr. bebaioō) es probar que algo es cierto. Aunque
muchos a lo largo de los siglos han negado la salvación que Jesús ofreció, estando
ellos muy lejos en tiempo de los testigos oculares originales y de los
creyentes de segunda generación, la verdad es que quién era Jesús y lo que
Jesús dijo fue "confirmado" por los primeros testigos oculares.
Pero el
evangelio de Jesucristo no fue simplemente confirmado por testigos oculares de
Cristo, ya que el v. 4 dice: "testificando Dios juntamente con ellos,
tanto por señales como por prodigios, y por diversos milagros y por dones del
Espíritu Santo según su propia voluntad". En otras palabras, el Espíritu
Santo también jugó un papel en la confirmación de la gran salvación ofrecida
por Jesucristo. ¿Cómo? A través de la entrega de "señales" (gr.
sēmeion) y "prodigios" (gr. teras)—términos sinónimos que se refieren a eventos
divinos y sobrenaturales que desafían las leyes naturales. El Espíritu Santo
capacitó a los apóstoles de Jesús para esto. También, por varios
"milagros" (gr. dunamis), término que habla de gran poder (de donde
obtenemos el término español dinamita). El autor también incluye
"dones" (gr. merismos) que se refiere a distribuciones del Espíritu
Santo—la capacidad
espiritual de hablar en un idioma que uno nunca ha aprendido (lenguas) con el
propósito de compartir el evangelio con aquellos que de otra manera no podrían
entender. ¡En todo esto, se confirmó la salvación tan grande que ofreció el
Señor Jesucristo!
Algo
para reflexionar
La
pregunta para nosotros ahora es: "¿No deberíamos nosotros, como creyentes,
también ser capaces de confirmar la salvación tan grande de Jesús mediante el
uso de señales y prodigios?" La respuesta es no, porque el evangelio ya ha
sido confirmado. El fundamento de la fe ha sido puesto a través de los
apóstoles, a quienes el Espíritu de Dios dotó (cf. 2
Cor. 12:12). O bien creemos lo que Dios ha dado o no. Ciertamente, Dios
puede hacer milagros, pero ¿necesita hacerlos? Puede sonar extraño, pero los
milagros en la Biblia son bastante raros, ocurriendo brevemente en solo tres eras:
la era de Moisés y Josué, la era de Elías y Eliseo, y la era de Jesús y Sus
apóstoles—alrededor de
70 años en cada era. Es suficiente saber que Dios existe y puede hacer cosas
poderosas, entonces, ¿qué más necesitamos? Notar también que muchas personas en
las tres eras de milagros no creyeron a pesar de los milagros. ¡Incluso Cristo
fue rechazado después de resucitar! Hoy tenemos todo lo que necesitamos: la
palabra de Dios inspirada por el Espíritu (2
Tim. 3:16-17). Las experiencias personales, los sueños, las visiones, y los
rumores de aparentes milagros, no pueden agregar ni una sola cosa a la palabra
de Dios. La Escritura es suficiente, porque Dios no tiene necesidad de agregar
o quitar de Su palabra.