Salmo 37:1-6 --- No te irrites; Dios se encarga
Salmo 37:1-6: Salmo de David. 1 No te irrites a causa de los malhechores; no tengas envidia de los que practican la iniquidad. 2 Porque como la hierba pronto se secarán, y se marchitarán como la hierba verde. 3 Confía en el Señor, y haz el bien; habita en la tierra, y cultiva la fidelidad. 4 Pon tu delicia en el Señor, y Él te dará las peticiones de tu corazón. 5 Encomienda al Señor tu camino, confía en Él, que Él actuará; 6 hará resplandecer tu justicia como la luz, y tu derecho como el mediodía.
En el Sermón del Monte de Jesús (Mateo
5-7; Lucas
6), Él dijo: "Bienaventurados los humildes, pues ellos heredarán la
tierra" (Mt. 5:5). En otras palabras, las bendiciones de Dios no están sobre
los poderosos y fuertes, sino sobre los humildes, porque ellos heredarán la
tierra, no los déspotas físicamente fuertes y arrogantes. Escrito mil años
antes del Sermón de Jesús, el Salmo 37 trata sobre la mansedumbre, y heredar la
tierra de Dios por la eternidad. J.M. Boice dice que el Salmo 37 "revela
el carácter de la persona mansa o confiada frente a la aparente prosperidad de
los malvados".
Como indica la primera línea, el Salmo 37 es otro salmo
davídico. Sin embargo, no se dan los eventos que inspiraron este escrito. Como
se indica en los dos libros del Antiguo Testamento de Samuel, David experimentó
muchas batallas y fue testigo de muchas dificultades infligidas por los
"malhechores" (v. 1). Hubiera sido fácil para él "irritarse",
lo que significa calentarse, "a causa de los malhechores", pero
aprendió a no hacerlo y enseña a otros a hacer lo mismo. En cambio, David nos
enseña a tener un espíritu tranquilo, confiando en Dios en medio de toda agitación.
En resumen, David nos dice que nos tranquilicemos en medio de la turbulencia y
la injusticia. Aunque los enemigos de Dios a veces parezcan estar en el lado
vencedor, "como la hierba pronto se secarán, y se marchitarán como la
hierba verde" (v. 2). En otras palabras, lo que hoy pueden parecer grandes
injusticias cometidas a favor de los malvados, Dios ciertamente juzgará a los
malvados.
En los vv. 3-11, la respuesta a las luchas de la vida es
mirar hacia arriba, "confía en el Señor" (heb. Yahweh) y "haz el
bien". Experimentamos dificultades en la vida cuando observamos el mal.
Afecta nuestra sensibilidad y nos causa angustia, incluso depresión si el
enfoque se prolonga. La esperanza puede desvanecerse como vapor, dejándonos
angustiados durante tiempos prolongados de desesperación. El remedio es desviar
nuestro enfoque desde el mal hacia el Señor Todopoderoso, y "confiar"
en Él (cf. Prov.
3:5-6). Después de todo, confiar es tener fe. Y como la fe es también una
acción, al dirigir la mirada a Yahweh, "hacemos el bien".
Inmediatamente después del regreso de Jesucristo (Apo.
19), Él reinará en la tierra durante mil años—el Milenio (Apo.
20). Es entonces cuando Jesús reinará supremo con Su pueblo junto a Él.
Esta es la herencia definitiva de la tierra para el pueblo de Dios—los mansos-amables-humildes.
Es la promesa de la tierra dada a Abraham y a su descendencia (Gén.
12:1-3, 7; 13; 15; 17; 22; cf. Gál.
3:16, 29). Llevando a este cumplimiento definitivo, los fieles de Dios
deben "habitar en la tierra, y cultivar la fidelidad"
(v. 3). ¡Dondequiera que estés, sé fiel! Dios tiene el control.
En los vv. 4-5, hay dos instrucciones para los fieles:
"Pon tu delicia en el Señor" y "Encomienda al Señor tu camino"—para
descargar tu carga y dársela a Dios. Lo que Dios hará entonces es conceder los
deseos de todos los que confían en Él, porque "Él hará resplandecer tu
inocencia como el amanecer, y la justicia de tu causa brillará como el sol de
mediodía" (NTV).
Algo para reflexionar
En los vv. 7-15, la NTV resume la actitud cristiana para el aquí y ahora: "Quédate quieto en la presencia del Señor, y espera con paciencia a que él actúe. No te inquietes por la gente mala que prospera, ni te preocupes por sus perversas maquinaciones. ¡Ya no sigas enojado! ¡Deja a un lado tu ira! No pierdas los estribos, que eso únicamente causa daño. Pues los perversos serán destruidos, pero los que confían en el Señor poseerán la tierra. Pronto los perversos desaparecerán; por más que los busques, no los encontrarás. Los humildes poseerán la tierra y vivirán en paz y prosperidad".