Filipenses 2:9-11 — Jesús: Nombre por encima de todo
Filipenses 2:9-11 — 9 Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le confirió el nombre que es sobre todo nombre, 10 para que al nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en el cielo, y en la tierra, y debajo de la tierra, 11 y toda lengua confiese que Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.
---------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Lo que
siguió a la obediencia de Jesús de Nazaret como Dios encarnado, a través de Su
disposición a humillarse a Sí mismo haciéndose siervo y obediente hasta el
punto de muerte, incluso muerte en una cruz, fue Su exaltación. Al humillarse,
Dios "le exaltó hasta lo sumo" (v. 9a), dándole honor y estatus más
allá de todo lo demás. Él fue exaltado a través de Su resurrección de entre los
muertos, a través de Su ascensión al cielo y Su glorificación—todo lo cual siguió a Su humillante
muerte en la cruz. Este es un principio a lo largo de las Escrituras, porque
como dice Santiago: "Humillaos en la presencia del Señor y Él os exaltará"
(Stg.
4:10; cf. 4:6; Lc. 1:52). El Hijo de Dios se humilló hasta la muerte, y
Dios Padre lo exaltó, concediéndole a cambio todo lo que había dejado de lado
al dejar el cielo para hacerse carne.
Jesús fue
exaltado después de Su humilde obediencia, y se le "confirió el nombre que
es sobre todo nombre" (v. 9b). Si Pablo tiene eventos cronológicos en
mente, entonces el nombre "Jesús" no es el nombre que está
específicamente "sobre todo nombre". Sin duda, la forma hebrea de
Jesús (heb. Yeshua; esp. Josué) sí significa "Yahweh salva". Pero
parece que lo que se quiere decir es que Dios le asignó a Jesús el nombre de
"Señor", que en sí mismo es sinónimo de Yahweh, el nombre personal y
santo de Dios (cf. Éx.
3:14-15), atestiguado por el v. 11. Su exaltación no podría ser más clara
que en Hechos
2:33ss.: "...exaltado a la diestra de Dios, y habiendo recibido del
Padre la promesa del Espíritu Santo... Sepa, pues, con certeza toda la casa de
Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho
Señor y Cristo".
Como
"Señor", Jesús tiene el mismo estatus que Su Padre. Pero no se debe
pensar que nunca tuvo este estatus, porque el Hijo siempre ha sido Dios (cf. v.
6). Lo que Dios logró en la carne era nuevo, y ahora Dios se ha hecho
hombre, ha sido crucificado, y ha resucitado como el Redentor de la humanidad.
Como tal, "al nombre de Jesús se doble toda rodilla" ante Él, una
cita parcial de Isaías
45:23 (cf. Rom.
14:11; Ap. 5:13). Cabe destacar aquí que, a lo largo de la profecía de
Isaías, y en todo el Antiguo Testamento si vamos al caso, hay un solo Dios (Isa.
43:11; 44:6, 8; 45:5-6, 21), y Él no da Su gloria a ningún otro (Isa.
42:8). Sin embargo, Pablo dice que "al nombre de Jesús", que es
el Señor, toda rodilla se doblará para la gloria de Dios Padre (v. 11). Por lo
tanto, la única manera en que toda rodilla pueda doblarse ante Jesús para la
gloria de Dios y llamarlo "Señor", es si Él es Dios.
El asunto
de quién doblará la rodilla ante Jesús y cuándo será, está en el v. 10.
Obviamente, no toda rodilla se dobla ante Jesús en el presente; por lo tanto,
Pablo tiene el futuro en mente. Se avecina un tiempo en que todo ateo y todo hipócrita,
ya sea que estén vivos en la tierra o que hayan partido al Hades, verdaderamente
confesará la verdad de la soberanía de Jesucristo. Aunque al hablar de "rodilla"
que se dobla y "lengua" que confiesa (v. 11), Pablo tiene en mente a
toda la humanidad, por extensión él también incluye a toda la creación—animales, árboles, montañas, etc.
(cf. Rom.
8:19-22).
En
particular, aquellos "debajo de la tierra", es decir, los habitantes
del Hades, todos aquellos que rechazan a Jesucristo como Señor y Salvador, que
esperan su destino final en el Lago de Fuego (Ap.
20:14), también confesarán que Jesús es el Señor y doblarán sus rodillas
ante Él. Sin embargo, esto no implica que se refiere a salvación universal.
Aunque el verdadero pueblo de Dios confesará a Jesucristo con gran gozo, los
incrédulos lo harán porque deben hacerlo, no porque de alguna manera se convertirán
en pueblo de Dios en la segunda venida de Cristo. Todo esto se hará "para
gloria de Dios Padre" (v. 11). Cuando todos reconozcan quién es Cristo
como Señor, el propósito de Dios se cumple para Su gloria.
Algo
para reflexionar
Si
nosotros, como pueblo de Dios, hemos de ser identificados como tales, debemos
demostrar rasgos semejantes a los de Cristo. Tenemos la vida de Cristo, Sus palabras,
muerte, resurrección, y ascensión, ante nosotros en las palabras de las
Escrituras. En otras palabras, tenemos todo lo que necesitamos saber acerca de
Cristo, y tenemos el Espíritu de Dios para permitirnos actuar como Cristo. La
idea central de Filipenses
2:1-11, además de revelar quién es Cristo, es que sepamos que se supone que
nosotros seamos como Él. Después de todo, un cristiano es un pequeño Cristo,
uno que pertenece a Dios y actúa como Dios. Que esto sea cierto para ti y para
todos aquellos que confiesan conocer y amar a Jesucristo como Señor y Salvador.