Hebreos 2:8 ― La soberanía perdida del hombre
Hebreos 2:8 ― 8 todo lo has sujetado bajo sus pies. Porque al sujetarlo todo a él, no dejó nada que no le sea sujeto. Pero ahora no vemos aún todas las cosas sujetas a él.
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El destino original del hombre en la tierra de gobernar bien
todas las cosas fue frustrado por el pecado de Adán (Gén.
3). Desde entonces, ni la humanidad ni la tierra misma han sido iguales. El
hombre perdió su reino y su corona, y se los entregó a Satanás, con quien ha
estado en guerra desde entonces.
Originalmente, la tierra suplió las necesidades del hombre
sin que él tuviera que hacer mucho. Sin embargo, después de la maldición, el
hombre ha tenido que trabajar en la tierra para producir su fruto. Ahora la
tierra está bajo la influencia de la maldición, y produce cizaña y muerte. Por
lo tanto, la humanidad no gobierna sobre la tierra, en cambio, la tierra tiende
a gobernar sobre la humanidad en forma de hambrunas, terremotos, tornados, y
cosas por el estilo.
Después de la caída de la humanidad, las mujeres fueron
maldecidas, porque Dios le dijo a Eva: "En gran manera multiplicaré tu
dolor en el parto, con dolor darás a luz los hijos; y con todo, tu deseo será
para tu marido, y él tendrá dominio sobre ti" (Gén. 3:16). Los hombres
también fueron maldecidos, porque ahora Adán tendría que trabajar para su
alimento, ya que Dios iba a maldecir la tierra. Dios le dijo a Adán: "Por
cuanto has escuchado la voz de tu mujer y has comido del árbol del cual te
ordené, diciendo: «No comerás de él», maldita será la tierra por tu causa; con
trabajo comerás de ella todos los días de tu vida. Espinos y abrojos te
producirá, y comerás de las plantas del campo. Con el sudor de tu rostro comerás
el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo
eres, y al polvo volverás" (Gén. 3:17-19). El reino animal también pagó un
alto precio por el pecado del hombre. Mientras que todos los animales creados
por Dios alguna vez fueron afectuosos con el hombre, solo unos pocos son sumisos
con el hombre.
Prácticamente todo lo que Dios originalmente le dio al
hombre como una bendición se ha convertido en una maldición. La tierra trae
desastres naturales con extremos tanto de calor como de frío. Plantas producen
espinas y resinas venenosas. El hombre planta pero solo puede tener esperanza
de cosechar. Construye ciudades, pero está indefenso contra inundaciones, tornados,
y terremotos. Trabaja incansablemente para salir adelante a través de la
educación, pero puede quedar totalmente devastado por cáncer o muerte súbita.
El hombre básicamente lucha contra sí mismo, contra su semejante, y contra la
naturaleza, todo debido a su propio pecado y a la maldición sobre la tierra.
Sorprendentemente, la creación misma conoce su condición
actual y maldita. Pablo escribió en Romanos
8:19-22: "Porque la creación fue sometida a vanidad, no de su propia
voluntad, sino por causa de aquel que la sometió, en la esperanza de que la
creación misma será también liberada de la esclavitud de la corrupción a la
libertad de la gloria de los hijos de Dios. Pues sabemos que la creación entera
a una gime y sufre dolores de parto hasta ahora".
Entonces, cuando el autor de Hebreos dice: "ahora no
vemos aún todas las cosas sujetas a él" (v. 8b), quiere decir que, aunque
Dios originalmente tenía previsto que el hombre gobernara sobre la creación de
Dios, no vemos a la humanidad gobernando actualmente. ¡En cambio, el hombre
está siendo gobernado! El autor dice esto con una comprensión completa no solo
de lo que sabía que era cierto en la realidad y la naturaleza, sino también de
su relevancia en lo que respecta a la maldición del Génesis. Dios puso todo en
sujeción a la humanidad, pero el hombre lo tiró. Ahora el hombre tiene
dificultades, incluso culpando a Dios por su propia rebeldía pecaminosa. Sin
embargo, Dios simplemente se mantuvo fiel a Su promesa, una promesa que incluye
liberación en Cristo (Gén.
3:15).
Algo para reflexionar
Las condiciones actuales no prevalecerán para siempre. Solo en Jesucristo el hombre es liberado de la maldición al creer en Él a través de la fe. En el "mundo venidero" que describe Hebreos, el hombre disfrutará de lo que Dios originalmente había previsto que disfrutara. No habrá más muerte, enfermedad, o tristeza. Las naciones ya no lucharán contra naciones (Isa. 2:4), y el reino animal será restaurado cuando el lobo se recueste con el cordero en paz (Isa. 11:6). ¡Ven Señor Jesús!