Hebreos 4:14-16 ― Jesús: nuestro misericordioso Sumo Sacerdote

Título: Jesús: nuestro misericordioso Sumo Sacerdote

Fecha: 5 de noviembre de 2025

Autor: Dr. D. Lance Waldie (Pastor ― Iglesia Bíblica Harvest)

Pasaje bíblico de estudio:  Hebreos 4:14-16 ― 14 Teniendo, pues, un gran Sumo Sacerdote que trascendió los cielos, Jesús, el Hijo de Dios, retengamos nuestra fe. 15 Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas, sino uno que ha sido tentado en todo como nosotros, pero sin pecado. 16 Por tanto, acerquémonos con confianza al trono de la gracia para que recibamos misericordia, y hallemos gracia para la ayuda oportuna.

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COMENTARIOS:

Habiendo establecido que Jesucristo es superior a los ángeles (Heb. 1-2), superior a Moisés (Heb. 3), y superior a Josué (Heb. 4), el autor saca una conclusión pertinente. Los ángeles eran meros siervos de Dios; Jesús es el Hijo de Dios. Moisés también fue siervo en la casa de Dios; Jesús es el constructor de la casa. Y Josué no dio reposo a los hijos de Israel en la Tierra Prometida, mientras que Jesús mismo es el reposo del creyente. Así que la conclusión es obvia: someterse a Jesús como Señor es la opción lógica para cualquiera que esté considerando un volver en apostasía al judaísmo, o a cualquier otra secta religiosa. Porque todas las religiones y no religiones son inferiores a la fe en Jesucristo.

En el v. 14, se dice que tenemos “un gran Sumo Sacerdote" en Jesucristo. Mientras algunos en la audiencia estaban considerando apostatar de regreso al judaísmo con su sumo sacerdote aarónico, el autor y todos los verdaderos creyentes que leyeron su carta, se sometieron al Sumo Sacerdote: Jesucristo. Mientras que el sumo sacerdote judío, privilegiado como era, hacía sacrificios diariamente en nombre del pueblo de Israel, y también hacía el sacrificio anual de Yom Kippur (Día de la Expiación) en Levítico 16, Jesús hizo el único sacrificio perfecto. Luego, "trascendió los cielos" y se sentó a la diestra de Dios (1:3). Él pasó por el primer cielo (atmósfera terrestre), el segundo cielo (espacio profundo), luego al tercer cielo donde Dios se sienta en Su trono (2 Cor. 12:2-4). Cuando Jesús se sentó a la diestra de Dios, significó que Su obra redentora había terminado. Mientras el sumo sacerdote judío hacía sacrificios continuos, Jesús se sacrificó a Sí mismo como el Cordero de Dios y se sentó, habiendo terminado Su obra—de una vez por todas. Jesús es, por tanto, el sumo sacerdote superior.

A la luz de esto, el autor exhorta a su audiencia a "retener" su "fe". Retener es mantener el agarre. El término "fe" aquí es literalmente "una sola palabra". La "sola palabra" es la "la palabra de Dios [que] es viva y eficaz, y más cortante que cualquier espada de dos filos..." (4:12-13). Entonces, a la luz del poder de la palabra de Dios y la superioridad de esa palabra sobre todas las demás, los cristianos profesos no tienen por qué volver a caer en creencias y prácticas inferiores. Deben mantener un firme agarre en su fe.

El v. 15 explica que Jesús, como el gran Sumo Sacerdote, se compadece de las debilidades de aquellos que ponen su fe en Él. Cristo lo puede hacer porque Él fue tentado en todo para comprender las dificultades de la vida humana. Dado que el sumo sacerdote judío no fue tentado en todos los asuntos y no se podía compadecer con todas las debilidades de Israel, él era inferior. Ahora bien, por supuesto, Jesús, al no estar casado, no experimentó dificultades matrimoniales ni tampoco experimentó los problemas de tener hijos. ¡Él no sabía lo que una mujer experimenta al ser mujer, y Él no sabía nada acerca de los virus informáticos que borran discos duros enteros! Pero en la raíz de todas estas pruebas, Jesús experimentó todas las pruebas básicas de la humanidad, y salió ileso del pecado. Él soportó todo como el Mediador fiel entre Dios y el hombre (1 Tim. 2:5).

El autor, por lo tanto, a la luz de quién es Jesús, invita a todos a venir con confianza al trono de la gracia para recibir misericordia y encontrar gracia para ayudar en tiempos de necesidad (v. 16). Jesús es Aquel que puede mediar entre Dios y el hombre, y al mismo tiempo compadecerse con el hombre. Ningún santo muerto, ningún sacerdote, ninguna María—nadie más que Jesús puede mediar por nosotros para ayudarnos en nuestro momento de necesidad.

La fe cristiana se trata de Jesucristo. Los creyentes nunca son llamados a consultar a un sacerdote o médium para llevarlos a Dios o para interceder en su nombre para que Dios los escuche y responda a sus peticiones. Por el contrario, los cristianos son un reino de sacerdotes en el sentido de que podemos presentarnos confiadamente ante el mismísimo trono de Dios. Y a un Dios misericordioso que siempre nos escucha y nos ama.