1 Timoteo 1:12-14 ― Pecador salvado por gracia

Título: Pecador salvado por gracia

Fecha: 29 de diciembre de 2025

Autor: Dr. D. Lance Waldie (Pastor ― Iglesia Bíblica Harvest)

Pasaje bíblico de estudio:  1 Timoteo 1:12-14 ― 12 Doy gracias a Cristo Jesús nuestro Señor, que me ha fortalecido, porque me tuvo por fiel, poniéndome en el ministerio; 13 aun habiendo sido yo antes blasfemo, perseguidor y agresor. Sin embargo, se me mostró misericordia porque lo hice por ignorancia en mi incredulidad. 14 Pero la gracia de nuestro Señor fue más que abundante, con la fe y el amor que se hallan en Cristo Jesús.

---------------------------------------------------------------------------------------------------------------

COMENTARIOS:

Si alguien tenía algo por lo que agradecer a "Cristo Jesús nuestro Señor", era Pablo. Cristo no sólo se le apareció y lo salvó (cf. Hch. 9:1-19), sino que "fortaleció" a Pablo, capacitándolo a servir a Cristo. Por lo tanto, fue Dios quien le dio a Pablo el poder que necesitaba para el ministerio. Este es Pablo recordándole a Timoteo, que pudiera haber sido tímido (4:12), que se apoye en Cristo por el poder que él también necesitaba para hacer frente a falsos maestros (1:4). Dios nunca habría designado a Pablo para esta tarea a menos que primero lo hubiera equipado para ella; de igual manera con Timoteo. Lo que Dios hizo por Pablo, lo hizo por Timoteo, y lo mismo hace por todos Sus santos para Su propia gloria. Por supuesto, Pablo no fue apartado por su propia fidelidad; más bien, fue la fuerza interior que le fue dada por Dios la que Dios consideró oportuna para bendecir. En resumen, Dios da a Sus siervos todo lo que necesitan, los pone "en el ministerio", y luego juzga su fidelidad por la forma en que usan los dones que Él les ha dado.

Pablo nunca dice que Dios lo puso en servicio/ministerio debido a algunos él poseía inherentemente. La verdad es que Pablo, por su propia admisión, era el peor de los pecadores. Primero, era un "blasfemo", es decir, uno que calumnia. Pablo calumniaba el santo nombre de Cristo, intentando en cada ciudad obligar a los discípulos de Cristo a calumniar Su nombre (Hch. 26:9, 11; Gal. 1:13). Pablo también era un "perseguidor", acosando persistentemente a los discípulos de Cristo con el propósito de arrestarlos, incluso matarlos. ¿Por qué? Simplemente porque creían que Jesús de Nazaret era el Cristo, y Pablo no. Además, Pablo era un "agresor", uno que usaba no solo palabras arrogantes e insolentes para insultar y humillar a los cristianos pacíficos, sino también uno que los agredía físicamente para deshonrarlos aún más.

Sin embargo, a pesar de todo esto, Dios mostró "misericordia" a Pablo, pasando por alto sus caminos pecaminosos. Además, a Pablo le fue dada "gracia". Mientras que la misericordia habla del perdón por el pecado, la gracia habla de la bondad dada en lugar del castigo. Pablo habla de la gracia de Dios como "más que abundante", literalmente, "desbordante"Dios desbordó Su gracia como un río que se desborda e inunda la ciudad. El daño, por así decirlo, de la gracia de Dios en la vida de Pablo fue que abrumó totalmente a quien él una vez fue, dejando al viejo Pablo deshecho. Su corazón, una vez lleno de incredulidad y odio, estaba ahora abrumado por la fe y el amor y el impulso de seguir a Cristo. Todo esto se debió a "la fe y el amor que se hallan en Cristo Jesús".

Aunque Pablo dice que él actuó “por ignorancia" (lit. sin conocimiento) en incredulidad" (v. 14), él aún era responsable por sus acciones. Lo que él ignoraba era que Jesús, al que perseguía, era de hecho el tan esperado Mesías judío. Como fariseo sincero y legalista, realmente creía que estaba haciendo un servicio noble a Dios al eliminar a los discípulos de Jesús. Él no estaba afirmando que su ignorancia excusara sus acciones; más bien, que su ignorancia e incredulidad no lo habían descalificado de la misericordia de Dios. No había desafiado a Dios a sabiendas y rebeldemente (cf. Num. 15:29-30), había hecho sin saberlo. Sin embargo, una vez iluminado, él se arrepintió.

Algo para reflexionar

Dios se encuentra con todos los pecadores que vienen a Cristo, tal como encontró a Pablo, en nuestra miserable y santurrona ignorancia. Si creemos, se nos muestra misericordia, evitando lo que realmente merecemos: la muerte eterna. Luego Él nos envuelve con gracia, limpiando nuestros pecados, haciéndonos semejantes a Cristo, dándonos vida eterna. Nosotros no podemos ganarnos este favor de Dios. Si pudiéramos, gracia no sería gracia. La gracia es, pues, un don de Dios (Ef. 2:8). Al recibirla, recibimos el perdón de los pecados y se nos garantiza la vida eterna.