Hebreos 6:16-20 ― Cristo nuestra Ancla

Título: Cristo nuestra Ancla

Fecha: 4 de diciembre de 2025

Autor: Dr. D. Lance Waldie (Pastor ― Iglesia Bíblica Harvest)

Pasaje bíblico de estudio:  Hebreos 6:16-20 ― 16 Porque los hombres juran por uno mayor que ellos mismos, y para ellos un juramento dado como confirmación es el fin de toda discusión. 17 Por lo cual Dios, deseando mostrar más plenamente a los herederos de la promesa la inmutabilidad de su propósito, interpuso un juramento, 18 a fin de que por dos cosas inmutables, en las cuales es imposible que Dios mienta, los que hemos buscado refugio seamos grandemente animados para asirnos de la esperanza puesta delante de nosotros, 19 la cual tenemos como ancla del alma, una esperanza segura y firme, y que penetra hasta detrás del velo, 20 donde Jesús entró por nosotros como precursor, hecho, según el orden de Melquisedec, Sumo Sacerdote para siempre.

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COMENTARIOS:

Cuando Dios habló con Abraham en Génesis 22:15, no solo le prometió tierra, simiente, y una bendición, sino que también juró confirmar Su promesa. Esto es contrario a los juramentos humanos que juran a Dios, porque Dios es superior que ellos. ¡Dios, sin embargo, realmente juró por Sí mismo!

Ahora bien, habiendo establecido que las promesas de Dios son seguras, el autor de Hebreos reveló cómo el propósito de Dios es inmutable para quienes les hizo la promesa. La promesa no era solo para Abraham, sino para "los herederos de la promesa" (v. 17)—una pluralidad de personas. Por supuesto, Abraham y sus descendientes fueron los primeros en recibir las promesas de Dios (cf. Heb. 11:9), pero la razón por la que Abraham fue un ejemplo adecuado para los judíos en el primer siglo fue porque todos los cristianos están incluidos como "simiente/descendencia” Abraham (Gál. 3:16), pues Abraham es el padre de todos los que creen (3:29). Por tanto, la garantía de salvación del cristiano está garantizada por la promesa de Dios y Su juramento, "dos cosas inmutables" (v. 18). Dios es absolutamente incapaz de mentir (v. 18).

El autor de Hebreos en realidad está escribiendo para animar a su audiencia. Quienes no seguían verdaderamente a Cristo no lo habrían tomado así, pero el objetivo era el ánimo. Porque el juramento de Dios fue dado a todos los que creen, remontándose a Abraham, quien "creyó en Dios" y le fue reconocido por justicia debido a su fe (Gén. 15:6). En Abraham, "serán bendecidas todas las naciones de la tierra" (Gén. 22:18). ¿Quiénes son? El v. 18 dice que son aquellos "que hemos buscado refugio". Esta frase habría recordado a los judíos las "ciudades de refugio" del Antiguo Testamento (Núm. 35:9 y siguientes; Jos. 20), las seis ciudades a las que Dios había designado para que un hombre pudiera huir si accidentalmente mataba a alguien. Los ancianos de la ciudad investigarían entonces el caso y, si el hombre era declarado inocente del crimen, se le permitía vivir en la ciudad de refugio hasta la muerte del sumo sacerdote que ocupaba el cargo hasta la muerte. Solo entonces el hombre podía regresar a casa, y en ningún momento la familia a la que había ofendido podía vengarse de él si en realidad su crimen había sido considerado homicidio involuntario. ¡Así es en Cristo! Él es la "ciudad de refugio" que da gran ánimo a quienes se aferran (asirse) “de la esperanza” puesta delante de ellos. Habiendo ya establecido que Jesús es el Gran Sumo Sacerdote, Él nunca morirá, así que hay salvación eterna en el refugio que Jesucristo provee.

Esta enseñanza acerca de Cristo trata sobre la esperanza, porque Cristo es la esperanza del creyente (Col. 1:5, 1 Tim. 1:1). Esta esperanza es un "ancla" al alma—un ancla espiritual que es "segura y firme" siendo atada al cielo. Cristo—nuestra esperanza, nuestra ancla—fue como un "precursor" al cielo para que los creyentes pudieran seguir Su guía/dirección. Esto era contrario al sumo sacerdote judío que entraba en el Lugar Santísimo Santo donde nadie podía seguirlo. Pero todos pueden seguir a Jesús simplemente creyendo.

Algo para reflexionar

¿Quieres una garantía genuina de que eres salvo? Entonces avanza a la madurez mientras aún se le llama hoy. Si empiezas a alejarte/desviarte de Cristo (Heb. 2:1-4), entonces eventualmente empezarás a cuestionar a Cristo (Heb. 3:7 y siguientes). Entonces te volverás apático/indolente hacia Cristo, rechazando el alimento sólido de la Palabra (Heb. 5:11-6:20). Así que pregúntate: "¿A quién o a qué estoy anclado?" Si es a tu riqueza o a cualquier cosa que no sea Cristo, entonces ya estás a la deriva/desviándote. Examínate hoy (2 Cor. 13:5).