Lucas 1:30-33 ― La profecía del nacimiento de Jesús
Título: La profecía del nacimiento de
Jesús
Fecha: 10 de diciembre de 2025
Autor: Dr. D. Lance Waldie (Pastor ― Iglesia
Bíblica Harvest)
Pasaje
bíblico de estudio: Lucas 1:30-33 ― 30 Y el ángel le dijo:
No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios. 31 Y
he aquí, concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre
Jesús. 32 Este será grande y será llamado Hijo del
Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de su padre David; 33 y
reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.
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COMENTARIOS:
Como le dijo Gabriel
a Zacarías al aparecérsele, de igual manera también le dijo a María: "No
temas". Como alguien que estuvo en la presencia de Dios (1:19),
la apariencia de Gabriel debió de ser aterradora como el ser santo que era. Sin
embargo, María no tenía nada que temer, pues Gabriel fue enviado por Dios a
ella porque ella ha "hallado gracia delante de Dios". A diferencia de
la descripción de Zacarías e Isabel como justos e intachables delante de Dios (1:6),
no se dice nada sobre el carácter de María, ni antes ni después de este
versículo. Lucas, aunque sin duda entrevista a María para este relato (cf. 1:1-4),
enfatiza la elección soberana de María, por parte de Dios, sin ningún mérito de
su parte. Al igual que María, Noé halló gracia/favor ante los ojos de Dios (Gén.
6:8), y Pedro dice que quienes sufren por hacer lo correcto hallan gracia/favor
con Dios (1
Ped. 2:20). María era evidentemente una joven humilde, y Dios se alegró de
elegirla para la tarea única de ser la que daría a luz al Niño Jesús. Aunque
Dios elige a todos Sus hijos escogidos para cumplir sus tareas, ninguna tarea
era más única que la de María.
El v. 31 es la
presentación de la tarea de María, concretamente que concebiría un hijo en su
vientre y lo nombraría "Jesús" (heb. Yeshua o Josué), que significa Yahweh
salva. En los vv. 32-33 el ángel da una descripción de cinco partes acerca del
Hijo de María. Primero, Jesús sería "grande", sin embargo, no "grande
delante del Señor" como lo fue Juan el Bautista (1:15).
No hay ningún calificador para la grandeza de Jesús, la cual se entienda
plenamente en retrospectiva. Su grandeza le separa del resto de la humanidad en
que Él es perfecto, santo, y completamente soberano; los simples hombres no son
nada de esto.
Segundo, Jesús
sería llamado "Hijo del Altísimo" (heb. El Elyon)—el Hijo de
Dios. El Elyon se utiliza en las Escrituras hebreas para hablar de Dios
como el supremo gobernante sobre todos. En este título, Jesús vuelve a
considerarse distinto de Juan el Bautista, pues mientras Juan iba a ser
simplemente profeta del Altísimo (1:76),
Jesús es el Hijo del Altísimo.
Tercero, "el
Señor Dios le dará el trono de su padre David”. Como todos los judíos sabían,
el Mesías vendría de la línea de David conforme con la promesa eterna de Dios a
David (2
Sam. 7:12-13, 16), y el ángel dice lo mismo sobre Jesús (cf. Lc.
1:69; 2:4, 11; Hch. 2:30). Lucas ya escribió sobre las raíces davídicas de
Jesús en 1:27,
donde José es descrito como descendiente de David.
Cuarto, Jesús
"reinará sobre la casa de Jacob para siempre". Por supuesto, la casa
de Jacob significa a todos los israelitas (Éx.
19:3; Isa. 2:5-6; 8:17; 48:1), pues el nombre de Jacob fue cambiado a
"Israel" (Gén.
32:28). Su descendencia fue la prometida simiente de Abraham (Gén.
12:1-3). Jesús sería su Rey y reinaría sobre ellos "para
siempre", otra parte de la promesa dada tanto a Abraham como a David (Sal.
89:4, 29; 132:12; Isa. 9:7). Daniel también recibió la visión del Hijo de
Hombre que presidiría como Rey sobre un reino eterno (Dan.
2:44; 7:14; cf. Isa. 9:6).
Finalmente, el
"reino de Jesús no tendría fin", aunque Su reino no fue establecido
en Su primera venida. De hecho, cuando Jesús vino a la casa de Jacob, "no
le recibieron" (Jn.
1:11). Sin embargo, quienes sí lo reciben tienen Su reino duradero dentro
de ellos. Y cuando Él regrese físicamente, tanto Su reino espiritual como Su
reino físico perdurarán para siempre.
Algo para
reflexionar
Lo que Dios le prometió a Abraham, Isaac, y Jacob, lo cumplió a través de David. Reiterando esas promesas a David, Dios volvió a cumplir, esta vez a través de María. Y lo que Dios prometió a través de la descendencia de María—Jesús el Mesías—Él lo cumplirá en todos los que le reciban para la salvación. Por ende, Dios obra a través de Su pueblo escogido para cumplir Su buena y perfecta voluntad. Es notable que nadie que Dios escogió en el pasado fuera digno de Su gracia, y también es igualmente notable que nadie que Dios haya llamado desde entonces haya sido digno de Su gracia. Todos somos unos don nadie en el momento de nuestro llamamiento, pecadores separados de Dios, hechos vivos por medio de la fe en Jesucristo. María ciertamente tuvo un llamado único, pero todos los que reciben el fruto de su vientre no son menos bendecidos. Nosotros, como creyentes, somos todos favorecidos por Dios como herramientas útiles en Su reino eterno.