Lucas 1:34-35 ― María cubierta por la sombra del Espíritu

Título: María cubierta por la sombra del Espíritu

Fecha: 11 de diciembre de 2025

Autor: Dr. D. Lance Waldie (Pastor ― Iglesia Bíblica Harvest)

Pasaje bíblico de estudio:  Lucas 1:34-35 ― 34 Entonces María dijo al ángel: ¿Cómo será esto, puesto que soy virgen? 35 Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el santo Niño que nacerá será llamado Hijo de Dios.

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COMENTARIOS:

Es evidente que María entendió lo que Gabriel quiso decir acerca de que ella tendría un hijo como virgen, pues de otro modo no estaría confundida, ya que seguía desposada con José cuando Gabriel se le apareció (como virgen) y tendría hijos solo después de casarse. Por tanto, su pregunta al ángel no expresa duda, como la pregunta de Zacarías en 1:18; más bien, simplemente quería saber cómo era biológicamente posible que una virgen pudiera concebir un hijo.

Algunos han intentado interpretar del v. 34 la idea de que María, como virgen, expresaba un voto perpetuo de virginidad al decir: "puesto que soy virgen", implicando que ella siempre sería virgen. Por supuesto, el pasaje ni siquiera insinúa tal cosa, y Mateo 1:25 lo niega por completo, pues se dice claramente que María solo permaneció virgen hasta que nació Jesús. A esto se suma el hecho de que Jesús tuvo al menos cuatro hermanos y dos hermanas (Mt. 13:55), y se hace evidente que María y José sí tuvieron relaciones sexuales tras el nacimiento de Jesús, dando a luz a otros hijos.

Contrariamente a la duda de Zacarias, la pregunta de María a Gabriel surgió de la fe, pues no fue reprendida por preguntarse cómo, siendo virgen, iba a concebir un hijo. El ángel le respondió diciendo que el Espíritu Santo "vendrá sobre” ella, y "el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra". La forma normal en que un niño es concebido es cuando el esperma se encuentra con el óvulo, pero en el caso de María, el poder creador del Espíritu Santo—el Agente creador en la creación del universo ex nihilo (Gén. 1:2)—también sería Aquel que creó la vida en su vientre. De hecho, el mismo Espíritu que se movía sobre la faz del abismo en una tierra sin orden y vacía, preparándose para formarla y emitir vida en ella, era el Espíritu que implantaría al niño Jesús en María. Por ende, el Espíritu cubriría “con su sombra" a María—Él "cubriría" al igual que la nube de la presencia de Dios cubrió a Pedro, Jacobo, y Juan en la Transfiguración de Jesús (9:34; cf. Hch. 5:15). La misma palabra se usa en la LXX para referirse a la presencia de Dios posada sobre el tabernáculo en nube (Éx. 40:35). También se utiliza metafóricamente para referirse a la protección de Dios sobre Su pueblo (Sal. 91:4; 140:7). En resumen, Gabriel le dijo a María que la presencia de Dios se posaría sobre ella, habilitándola para dar a luz a Su Hijo, Jesús.

En Hechos 1:8, Lucas utiliza una redacción similar para describir al Espíritu Santo viniendo sobre los discípulos para habilitarlos al servicio evangelístico en todo el mundo. En el presente pasaje, se hace otra distinción entre Juan el Bautista, que fue lleno del Espíritu desde el vientre de su madre (1:15), y Jesús, que fue concebido por el Espíritu Santo. Por esta razón, Jesús sería llamado Hijo de Dios. Este "santo Niño" estaría separado de todos los demás únicamente por la obra del Espíritu. Por supuesto, el Evangelio de Juan describe a Jesús como el Logos eternamente existente, el "Verbo/Palabra " (1:1-3) que se hizo "carne" (1:14). Lucas simplemente habla de cómo y cuándo el Logos se hizo carne. Aunque Su nacimiento no tenía nada que ver con Su naturaleza, Su naturaleza requería Su nacimiento. Porque dado que los seres creados por Dios se habían vuelto pecadores, era necesario un Salvador para redimirlos.

Algo para reflexionar

Notar la actividad del Dios Trino en este pasaje. Es el Espíritu Santo quien vendría sobre María—el poder de El Elyon, el Dios Altísimo. Aquí el Espíritu se equipara con el Dios Altísimo. Traería la Palabra de Dios—el Hijo de Dios que sería santo, dedicado a un propósito divino, tal como todos los primogénitos varones en el Antiguo Testamento (Éxodo 13:2, 12; Núm. 3:13; 8:17; Lc. 2:23). Sin embargo, este Hijo ha existido por toda la eternidad—el Logos (Jn. 1:1-3, 14). Por ende, cada miembro de la Trinidad participó en la redención del hombre para la salvación. El Dios Altísimo sería el Padre del Hijo que María daría a luz, cubriéndola con la sombra del Espíritu Santo.