Santiago 2:21-24 ― Una fe como la de Abraham

Título: Una fe como la de Abraham

Fecha: 3 de diciembre de 2025

Autor: Dr. D. Lance Waldie (Pastor ― Iglesia Bíblica Harvest)

Pasaje bíblico de estudio:  Santiago 2:21-24 ― 21 ¿No fue justificado por las obras Abraham nuestro padre cuando ofreció a Isaac su hijo sobre el altar22 Ya ves que la fe actuaba juntamente con sus obras, y como resultado de las obras, la fe fue perfeccionada; 23 y se cumplió la Escritura que dice: Y Abraham creyó a Dios y le fue contado por justicia, y fue llamado amigo de Dios. 24 Vosotros veis que el hombre es justificado por las obras y no solo por la fe.

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COMENTARIOS:

En el v. 21, Santiago llama a Abraham "nuestro padre". Hay dos razones para esto. Primero, Abraham fue el progenitor del pueblo judío, así que fue el padre de todos los judíos a través de su hijo Isaac y su nieto Jacob. Segundo, Abraham es el padre de todos los que son salvos por fe—ya sean judíos o gentiles (Rom. 4:11). Esto se debe a que Abraham creyó en Dios cuando Dios le prometió cosas que parecían imposibles (Gén. 15:6), y siguió a Dios hasta el punto de estar dispuesto a ofrecer a su hijo Isaac como holocausto, aunque Dios se lo impidió (Gén. 22).

Ahora, cuando Santiago dice que Abraham fue "justificado por las obras… cuando ofreció a Isaac su hijo sobre el altar", esto parece contradecir al Apóstol Pablo, quien dijo que la justicia de Dios proviene solo por fe en Cristo solamente, para todos los que creen (Rom. 3:21-22; cf. Gál. 2:16), aparte de las obras de la ley. Además, Pablo dice que las obras de Abraham no le justificaron ni le dieron nada de qué presumir ante Dios (Rom. 4:2). En la teología de Pablo, la salvación es por la gracia de Dios por medio de la fe en Cristo (Efe. 2:8-9), aparte de las obras. Sin embargo, está claro que Pablo también creía que las obras siguen de forma natural a la fe genuina (cf. Efe. 2:10; 2 Tim. 2:19; Tito 1:16; 2:7).

Así que, dado que Abraham no tenía nada de qué presumir ante Dios en Romanos 4:2, y por tanto no fue justificado por sus obras a la luz de la salvación, lo que Santiago quiere decir cuando dice que Abraham fue justificado por las obras es que las obras de Abraham demostraron que su fe era genuina. Todo lo que hizo Abraham por su salvación fue creer en Dios, y Dios se lo reconoció por justicia (Gén. 15:6). Pero ante el hombre, las acciones de Abraham demostraron que su fe era genuina, ya que sus actos vindicaban su fe. En resumen, una cosa es creer en algo como la existencia de Dios o la muerte sacrificial de Su Hijo en la cruz; los demonios creen esto y tiemblan (Stg. 2:19). Pero es otra cosa completamente distinta poner esa fe en marcha/acción. Abraham hizo eso. Su historia es para que todos la lean, pues él es el padre tanto de la fe judía como de la cristiana. Dios le prometió cosas aparentemente imposibles (cf. Gén. 12:1-3, 7; 15:5; 17:1-8; 22:15-18), pero él creyó en Dios. A medida que su fe fue puesta a prueba por Dios, Abraham demostró ser verdadero por sus obras/actos; él, por consiguiente, fue justificado por obras—reivindicado por acciones cuando obedientemente llevó a su amado hijo Isaac a un lugar elevado para sacrificarlo a Dios (Gén. 22).

Santiago dice que la fe de Abraham fue "perfeccionada", o completada, por sus acciones. Esto dista mucho de aquellos que no tienen acciones para perfeccionar o completar su conocimiento de Dios, que no es más que una fe muerta en Dios. La verborrea de Santiago a lo largo de su epístola demuestra que creer en Cristo es ciertamente vital para la salvación, pero para que la fe de uno se perfeccione, las pruebas que Dios ha dado deben soportarse tanto con gozo como con sabiduría (1:2-5). Dios no añade buenas obras para la salvación, pero Él demuestra con el ejemplo de Abraham, el fruto que naturalmente brota de la raíz de la fe salvadora, concretamente, buenas obras. Las obras de los cristianos, o la falta de ellas, o bien los exponen como falsos creyentes, o bien vindican su profesión de fe como genuina.

Dado que las acciones de Abraham actuaban conforme a su fe en medio de grandes pruebas y tribulaciones, fue llamado el "amigo” de Dios" (cf. 2 Cr. 20:7; Isa. 41:8). Jesús dijo lo mismo a Sus discípulos en Juan 15:14: “Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando”. Por supuesto, Abraham nunca se refirió a Dios de forma casual como su amigo o compañero, pero la Biblia enseña claramente que quienes hacen la voluntad de Dios son llamados amigos de Dios. Por eso Santiago resume su argumento diciendo: "Vosotros veis que el hombre es justificado por las obras y no solo por la fe”. Un creyente se salva solo por fe, pero su fe es reivindicada por sus obras/acciones. Solo entonces podrá ser amigo de Dios.