La crucifixión de Jesús de Nazaret
Mateo 27:32-37: 32 Y cuando salían, hallaron a un hombre de Cirene llamado Simón, al cual obligaron a que llevara la cruz. 33 Cuando llegaron a un lugar llamado Gólgota, que significa Lugar de la Calavera, 34 le dieron a beber vino mezclado con hiel; pero después de probarlo, no lo quiso beber. 35 Y habiéndole crucificado, se repartieron sus vestidos, echando suertes; 36 y sentados, le custodiaban allí. 37 Y pusieron sobre su cabeza la acusación contra Él, que decía: ESTE ES JESÚS, EL REY DE LOS JUDÍOS.
Después del horrible trato que los romanos le dieron a
Jesús, le volvieron a poner la ropa y le entregaron una pesada viga transversal
en la que sería crucificado. Parece, sin embargo, que el agotamiento había
abrumado a Jesús, porque no pudo llevar Su cruz al lugar de la ejecución sin la
ayuda de un tal Simón. Marcos 15:21 lo llama "uno que pasaba", de
Cirene, una ciudad africana en la actual Libia. Probablemente era un judío
converso que había llegado a Jerusalén para celebrar la Pascua. Marcos además
lo identifica como "el padre de Alejandro y Rufo".
Ahora bien, si Marcos escribió su Evangelio en Roma
alrededor del año 50 d. C., como se cree, es probable que Alejandro y Rufo
fueran creyentes conocidos por la iglesia de allí. Pablo envió saludos a Rufo
en Romanos 16:13 y a su madre, la esposa de Simón de Cirene. Aunque Simón
probablemente no estaba tan ansioso por llevar la cruz de un hombre condenado,
el hecho de que Simón sea nombrado por tres de los escritores de los Evangelios
sugiere que era conocido por ellos y por la iglesia primitiva. Evidentemente
Simón fue profundamente conmovido por este Jesús, más tarde llegó a la fe, y se
convirtió en un seguidor de Cristo.
Jesús y los verdugos romanos llegaron a las afueras de la
ciudad de Jerusalén a un lugar llamado Gólgota, un término hebreo-arameo que
significa "cráneo" porque el acantilado circundante se asemejaba a
una calavera. El término latino para Gólgota es "Calvario", de
calvaria para calavera, o cráneo. Cuando Jesús llegó, "le dieron a beber
vino mezclado con hiel". Marcos 15:23 llama a la hiel "mirra".
La mirra es amarga al gusto, y aunque fue presentada como un regalo a Jesús en
Su nacimiento (2:11), aquí se le presenta irónicamente a Él en Su crucifixión.
La crucifixión, aunque inventada por los persas y más tarde utilizada
ampliamente por los griegos, fue perfeccionada por los romanos. Afinaron este
método de ejecución para matar a las víctimas lentamente y con el mayor dolor.
Por lo tanto, la mirra, como narcótico, era dada a las víctimas de la
crucifixión para evitar que lucharan violentamente con el dolor y se
desgarraran la carne y a sí mismos de la cruz de la que colgaban. Los romanos
no la ofrecían por misericordia, sino como una herramienta para permitir más
dolor durante un período de tiempo más largo. Sin embargo, después de probarla,
Jesús, no queriendo que Sus sentidos se atenuaran, la rechazó. Por lo tanto, Él
llevaría todo el dolor del pecado por la humanidad.
Después de rechazar la amarga hiel, Jesús cedió a la
crucifixión. Su viga transversal fue entonces unida a una estaca (gr. stauros),
y Él fue clavado en esta cruz—que se habría parecido a una “T”. Los clavos
habrían atravesado Sus palmas con cierta inclinación, y habrían salido de Sus
muñecas hacia la viga de madera. Sus pies pueden haber sido clavados por
separado a través de los huesos del tobillo, a ambos lados de la estaca.
Entonces, la cruz habría sido insertada en un agujero en el suelo con un golpe—con
Jesús clavado en ella. Jesús posteriormente fue dejado para que sufriera un
dolor insoportable hasta que finalmente murió.
Al pie de la cruz, los soldados insensibles sorteaban
tirando dados para ver quién podía ser el afortunado en poseer la ropa de
Jesús. En la cabecera de la cruz había un letrero que identificaba a Jesús como
"Rey de los judíos"—el así llamado crimen por el que fue crucificado.
Juan 19:19 dice que el letrero decía: "Jesús el Nazareno, el Rey de los
judíos". Juan 19:20 dice además que fue escrito en hebreo, latín, y griego
para que todos los grupos lingüísticos pudieran leerlo. El relato más completo
de Juan, identificando a Jesús como un Nazareno podría apuntar a la indirecta final
de Pilato contra los judíos. No solo su poderoso Rey fue clavado en una cruz
como un criminal común, sino que Pilato agregó sarcásticamente que Él era un
Nazareno—un don nadie de la odiada ciudad de Nazaret en Galilea.
Algo para reflexionar
Simón de Cirene estaba simplemente ocupándose de sus propios
asuntos cuando fue llamado a llevar la cruz de Jesús. ¿Quizás mientras cargaba
esa cruz y observaba el comportamiento pacífico de Jesús en medio de un intenso
dolor y persecución, se conmovió profundamente y se transformó en un hombre
diferente? Así es a menudo con la salvación. Les sucede a las personas que no la
están buscando, pero cuando se encuentran cara a cara con el comportamiento
pacífico de alguien que resplandece el amor de Dios, y se ven a sí mismos en
comparación, se dan cuenta de su necesidad de salvación. Ciertamente, Dios guió
los pasos de Simón ese día, y lo condujo a Su Hijo—a la salvación por medio de
la fe en Jesucristo. Verdaderamente, Dios traza nuestros pasos para revelarse a
nosotros en Su tiempo perfecto. Tal vez Dios ha guiado a alguien hacia ti para
que le manifiestes a Cristo, y así cambies su vida por la eternidad.